Turquía se debate entre tradiciones milenarias y ansias de progreso, lucha por sobrevivir, por poner una pica en Europa pero unos u otros se empeñan en impedirlo. Por un lado la guerrilla separatista kurda advierte del fin de una tregua que se declaró en 1998 y recomienda a los inversores extranjeros y a los turistas que Turquía se ha convertido en un lugar peligroso, amenazas avaladas por miles de muertos desde 1984. Por otro el primer ministro Tayyip Erdogan ha propuesto últimamente al parlamento, con una gran mayoría islámica, rescatar una ley de educación que había sido retirada por inconstitucional y en la cual los alumnos de las escuelas coránicas, basadas en formar a jóvenes como imanes, en su mayoría de capas sociales desfavorecidas y que destacan como los más brillantes, les impiden realizar estudios universitarios más allá de los teológicos. Por lo que la UE se puede alejar en sus negociaciones. Y aunque la "Justicia Poética", título de la última Bienal de arte basada en un juego de integración y conceptos contrapuestos, quisiera dar un halo de esperanza lo cierto es que queda mucho por andar.

*Pintora y profesora de FP