Feliz quien, como Ulises, vivió un hermoso viaje. O como quien conquistó el vellocino y vuelve después, lleno de sabiduría, para vivir entre los suyos el resto de su vida. Un francés del siglo XVI (observen la ironía: tenía que ser francés), llamado Joachim du Bellay, escribió los versos que Aznar debería grabar en el frontispicio de su mansión junto al escudo de armas (bigote rampante en campo de barras y estrellas). Lástima que hoy día el personal no aprecie la poesía, y eso que el delegado del Gobierno asegura que la poesía sirve para casi todo en la vida.

Ulises Aznar ha vivido una Odisea marxista (de Groucho), en la que ha llegado a la miseria (política) desde la nada (política). Y, lleno de sabiduría, vuelve con los suyos. Es decir, con George, Donald, Dick, Condoleeza, y los suyos le quieren y le admiran hasta el punto de contratarle para que enseñe a sus cachorros el intríngulis atlántico. Y no como aquí, que somos una cuadrilla de rojos indocumentados y cada vez que nos encuestan le quitamos medio punto.

Bueno, pues a sacar las debidas conclusiones. Lo del inglés se arregla con un par de cursillos, y el acento tex-mex ya lo borda. Neruda (otro poeta, vaya por Dios), dijo que el hombre es de donde nace, no a la vida sino al amor, y el flechazo con Bush no se lo salta Corín Tellado. Así que lo que tiene que hacer nuestro Ulises bigotudo es poner casa en Arizona, y eso que saldrá ganando Rajoy.

Y ya de paso, si se lleva a Acebes y a Zaplana.

*Periodista