Por supuesto, el independentismo catalán se fractura sin remedio porque nunca fue homogéneo ni su desafío unilateral ha logrado suficiente respaldo social en la propia Cataluña. Desde siempre CDC y Esquerra se disputaron la hegemonía en el ámbito del nacionalismo. Y en gran medida esa competencia acabó provocando la huida hacia la decisión unilateral. Al tiempo, la emergencia de las CUP ha añadido al conjunto una voluntad extremista tan infantil como destructiva. Y ahora todo eso se va desarticulando. Y más se desarticularía si no hubiese presos ni exiliados, ni ese proceso por rebelión cada vez más inconveniente.

Ahora, gran parte del complejo secesionista vigila con creciente alarma los desvaríos de las CUP y del sector más abencerraje de los Comités de Defensa de la República. El PDCat (sucesor de la extinta y corrupta CDC) arrastra una división interna entre el grupo de Puigdemont y Torra y los cuadros más realistas. A la vez, anda a la greña con una Esquerra Republicana que intenta hacer pie, estabilizar la situación y evitar nuevos choques de trenes con el Estado. Solo les queda una esperanza a los secesionistas más duros: que PP, Cs y Vox promuevan futuras medidas de fuerza que cohesionen la inmediata respuesta independentista. Un 155 «de verdad» con suspensión indefinida de la democracia en toda Cataluña sería para ellos lo ideal.

El conflicto en Cataluña se ha convertido en un toma y daca en el que los más radicales y dementes de ambos bandos, en cuanto pueden, colaboran mutuamente de forma asombrosamente eficaz. Los que más gritan, aquellos que no ven otra salida a la contienda que la victoria propia y la humillante derrota del otro frente agravan objetivamente la situación y agrandan la fractura social que se ha producido entre los catalanes y entre estos y el resto de los españoles. Son los ultrapatriotas, los puros, los que no admiten atajos ni apaños, los que más agitan las respectivas banderas.

Así que vamos a ver si Torra tiene suerte y Casado, Rivera y el otro le zurcen el roto. Todo podría ser.