Flota en el ambiente una pregunta con retranca: "¿Es un fracaso que Iglesias no haya colocado ningún ministro aragonés en el Gobierno de Zapatero?". La respuesta debe ser no. La obligación del presidente aragonés, por encima de las personas designadas para ocupar un cargo, es que el nuevo Ejecutivo comprenda, asuma y, lo que es más importante, comprometa su apoyo a los proyectos estratégicos de Aragón. Ese y no otro es el reto del líder aragonés, con el que hay que ser exigente por ocupar una posición de privilegio pero no despiadado. Entonces, despejada la incógnita, cabrá calificar de fracaso o de éxito su gestión con Madrid.