Aristóteles nos decía en la Política: para asegurar la permanencia de los regímenes políticos es muy importante la educación de acuerdo con el régimen. Porque de nada sirven las leyes más útiles, si los ciudadanos no son educados en el régimen, democráticamente si la legislación es democrática, y oligárquicamente, si es oligárquica…». O en los valores neoliberales en época del neoliberalismo, la cursiva es mía.

La educación es fundamental a la hora de adoctrinar para imponer unos valores, una forma de pensar y de actuar a la ciudadanía. Podemos verlo en la educación de la dictadura franquista, que sirvió para su legitimación y supervivencia. Para ello desmontó la escuela republicana. Reorientó la educación en el nacionalcatolicismo, algo lógico ya que la Iglesia apoyó a la dictadura en la Carta Colectiva de los obispos. Fue un relato maniqueo. La República: anticatólica, antipatriótica, antinacional, anticlerical… la de los enemigos seculares de España: comunismo, masonería, judaísmo, anarquismo, la chusma, las hordas, los rojos… En contraste: los buenos, los nacionales, los españoles, salvadores, héroes, mártires…, sacrificio, divinidad, humanidad… Los valores de la dictadura: respeto a la autoridad; desprecio de partidos políticos; una libertad sin liberalismo; subordinación de la mujer al hombre; anticomunismo, antisocialismo, antirrepublicanismo; defensa de la familia; confesionalidad católica. Y sobre todo, Unidad de Patria y Nación.

Hoy en una democracia se ha impuesto una educación impregnada de los valores del neoliberalismo, para el que la democracia es superflua, y en todo caso, subordinada al mercado. La libertad de mercado es una necesidad, dijo Hayek; la democracia, una conveniencia. La primera imprescindible, la segunda aceptable en tanto no perjudique a la primera.

Jaume Carbonell en La educación es política explica el adoctrinamiento neoliberal en nuestra escuela. Mientras que el del franquismo era trasparente, claro, sin tapujos, caía como una tempestad; el del neoliberalismo, como una lluvia fina. Se presenta edulcorado, con eufemismos, bellas palabras. El del franquismo provenía directamente del Estado, el del neoliberalismo es más diversificado a través de think thanks, medios, empresas, familia, y, sobre todo, a través de la escuela. ¿Cómo se forja la subjetividad neoliberal en la escuela? Jurjo Torrés en Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocoloniales incluye cuatro dimensiones de este individuo neoliberal, que se manifiestan en el currículo explícito y en el oculto.

El Homo economicus, que considera el dinero como móvil fundamental de su comportamiento vital. El Homo consumens, obsesionado por el afán consumista, para satisfacer necesidades artificiales y muchas prescindibles. El Homo debitor, que se ve precipitado en la necesidad de la deuda. La importancia de la deuda en el neoliberalismo, la explica Maurizio Lazzarato en La fábrica del hombre endeudado. Estar en deuda es la condición general para la vida social. Sobrevivimos endeudándonos y vivimos bajo el peso de pagar nuestras deudas. La deuda nos controla, disciplina nuestro consumo, nos impone la austeridad y dicta nuestros ritmos de trabajo y nuestras elecciones. La deuda nos hace responsables y culpables por haberla contraído. Y además hay una sorprendente paradoja, aunque estemos endeudados, el capitalismo nos anima a consumir sin parar, por ello nuevos préstamos, y así cada vez más encadenados a la deuda. En definitiva, la deuda es una fuente de sumisión para una gran mayoría de la población. Y para los Estados.

Y por último, el Homo numericus, dimensión en que todo se cuantifica, para prever comportamientos, para emitir diagnósticos y, sobre todo, para hacer evaluaciones. Las notas son lo importante para competir con el alumno de enfrente, que es ya un enemigo. La educación como inversión financiera se antepone al derecho de la educación; la escuela, el instituto, la universidad como empresa sustituye a la comunidad democrática y solidaria, y el profesario -nuevo término que fusiona los roles de docente y empresarial- sustituye al maestro. Término ya en desuso.

La obsesión enfermiza por la evaluación, uno de los paradigmas más emblemáticos del neoliberalismo, se ha impuesto en las pruebas nacionales e internacionales, como el Informe PISA. Lo importante son los resultados, los ránkings para competir y clasificar, que presionan a los centros educativos, y estos se someten, seleccionando a los mejores y expulsando a los peores. El mercado ha entrado sin concesiones en la escuela, por lo cual esta funciona como un supermercado en el que eligen las mejores ofertas. Esto es una catástrofe para una educación democrática, como señala Emilio Lledó: «La escuela debe crear seres humanos y no ansiosos por competir, por ganarse la vida, que es la forma más fácil de perderla». En esta educación la solidaridad, la empatía, el reconocimiento del otro, la inclusión estorban, de lo que se trata es destacar sobre los demás, sin reparar en los medios. Lo importante es el individualismo, el egoísmo, la insolidaridad. Y estos son los valores predominantes y casi exclusivos en nuestra sociedad.

*Profesor de instituto