Las ilusiones son percepciones o interpretaciones erróneas de estímulos reales externos. Por ejemplo, vemos la forma de un animal cuando miramos una piedra o una nube. Un fenómeno normal y cotidiano que en psicología llamamos pareidolia.

Las fantasías, en cambio, son puras elaboraciones mentales. Son naturales y muy creativas. En cambio las alucinaciones, que nos hacen percibir como reales estímulos inexistentes, son patológicas o consecuencia de ingerir sustancias, falta de sueño o privación sensorial. Cuando intentamos cumplir las fantasías tenemos deseos. Y es aquí cuando nuestro comportamiento realiza acciones concretas para acercarse a las fantasías.

Esperamos que nos toque la lotería para vivir a lo grande en nuestra propia isla desierta. La fantasía es esa ensoñación mental que podemos imaginar con todo lujo, también de detalles. El deseo conlleva, además, la acción de pagar por jugar a la primitiva.

En los comportamientos, las fantasías estimulan el arte y la creatividad, dando bastantes menos problemas que los deseos. Lo más perjudicial de una fantasía es que sea moralmente reprochable o pecado para los creyentes. Nada que no solucionen una adecuada represión o tres avemarías, según el caso.

Pero si nos empecinamos en llevar a la práctica las fantasías, surgen las dificultades. Como sueño con ser rico fantaseo con la idea de atracar un banco, pero como lo llegue a desear y compre un arma para ello, me voy a meter en líos seguro.

Muchos pacientes en psicología piensan que tener fantasías les abre la puerta al desequilibrio mental. Y no es así. De hecho pueden ser muy saludables y hasta terapéuticas. La gimnasia de la imaginación es una especialidad del entrenamiento mental y tan necesaria o más que la actividad física.

No se imaginan la cantidad de conflictos que pueden evitar unas fantasías tan controladas como disfrutadas. En fin, tampoco quiero escribir mucho de sexo hoy… Pero cuidado, si las fantasías se convierten en obsesiones, de las que uno no se puede librar hasta que no se cumplan, esos deseos dominarán su comportamiento y el de su entorno, causando serios problemas. Aquí podemos y debemos intervenir como profesionales. En definitiva, que si su hija también ve Elfos cuando va por la calle, tranquilícese, no se trata de los efectos de una chuche psicotrópica, es solo una ilusión.

Tampoco confundamos esto con los amigos invisibles con los que interactúan muchos niños en los primeros años. Es algo lógico y hasta positivo, siempre que sea lúdico y no nos diga, aterrorizado: «A veces veo elfos». Ahora, si a partir de los 10 años, sigue percibiendo habitualmente la presencia de seres imaginarios, sin que lo sustente ningún estímulo, mis colegas le atenderán gustosamente. Una psicología sana convive con las ilusiones, rehúye las alucinaciones, necesita fantasías y sabe enfocar los deseos adecuados a las mismas.

El gobierno de la triple derecha en Zaragoza fantasea con su poder sobre la Tierra Media de Cesaraugusta. Pero las alucinaciones terroríficas se han adueñado de su política y sus presupuestos, y la ideología se ha puesto al servicio de esos deseos en forma de obsesión contra la mayoría.

Se ha inaugurado así la Edad Oscura bajo el mandato de Sauriazcon, gracias al apoyo conjunto de los Calvorcos y los Saratrolls. Los núcleos más populosos que habitan humanos y elfos sufren el asedio de esa triada maléfica. Todo lo que recaudan las fuerzas del mal se destina a construir nuevas fortalezas y palacios, para beneficio de sus amigos. Los reinos de Oliverdor, Deliciax, Fuentesun, Parkveneciam, Acturon, Goyum, Valdesparteraf, Towerro, o Sanjosef sufrirán penurias, escasez y abandono. Las tribus que se dedican a la acción social comunitaria y el empleo verán aniquiladas buena parte de sus provisiones.

Al mismo tiempo, el poderoso eje maligno dirige, desde su fortaleza en la plaza del Pilar-Angband, un ataque sin piedad contra unas criaturas a las que detestan especialmente. Son las serpientes élficas que circulan por caminos de hierro y transportan alegre y rápidamente, sin contaminar, a los simpáticos habitantes de los poblados más alejados. Primero las han querido borrar, tapándolas con pinturas obscenas, para avergonzar a sus pasajeros. Quieren sustituirlas por pesados dragones de fuego y ruido, los glaurungbus, que se sumaran a otros muchos seres beodos de ceodos. Por si fuera poco, el trono del mal va a imponer un nuevo diezmo en sus presupuestos para castigar con una subida en el billete a los risueños pasajeros del transporte público. Y para evitar la llegada de nuevos y sostenibles carruajes mágicos, que comunicaran entre sí a todo el reino, han lanzado un conjuro de destrucción y muerte a la segunda línea del tranvía élfico.

Así, sin recursos para las zonas más pobladas, con subidas de precio generalizadas y vendiendo tierras a los gigantes de la especulación, están diseñando el futuro de Zaramordor. Ha llegado el momento de una nueva alianza entre elfos y humanos para hacer frente a Sauriazcon y destruir el triple anillo de las diestras del mal. ¡Elfos de todos los reinos, uníos!

*Psicólogo y escritor