El pantano de La Loteta, un embalse que nunca tuvo contestación alguna, que no genera impactos medioambientales significativos y cuyas obras comenzaron hace casi seis años ha vuelto a quedar desbloqueado tras un largo parón y con un sobrecoste del 43 %. ¿Hace falta un ejemplo más notorio de la ineficacia, la demagogia y la mentira que han venido rodeando en los últimos tiempos la gestión hidráulica?

En teoría nadie tenía objeción alguna a esta obra de regulación. Sin embargo los equívocos respecto al objetivo final del pantano provocaron problemas importantes con la Unión Europea. Este fue sin embargo un problema menor en el desarrollo de una obra que empezó en el 98 (aunque los terrenos a ocupar estaban listos desde el 96), que debía haber estado acabada como muy tarde en enero del 2002 y que a fecha de hoy todavía no se sabe cuando estará lista aunque en todo caso habrá de costar catorce millones de euros más de lo previsto. La incapacidad de las anteriores administraciones, las bajas temerarias en la adjudicación de los trabajos y una soterrada pero evidente mala fe han desembocado en esta especie de desastre. ¿Todavía serán precisos más argumentos para revisar de punta a fin el Pacto del Agua?