Esta es una novela sobre la muerte, pero no es una novela triste, ni siquiera trascendente, sino como transida de la misma extrañeza, del mismo vacío que la muerte inspira a quienes en nada creen.

La ha escrito una autora alemana, Döris Dorrie, y se titula El vestido azul . Un título nada metafórico porque esa prenda, en efecto, irrumpe en el relato apenas ha comenzado. No es un traje normal, sino una pieza de alta costura, artísticamente elaborada por una pareja de modistos. Uno de los cuales, tras una penosa lucha contra el cáncer, morirá poco después de confeccionar esa pieza. Su novio, Florian, pese a la devota actitud con que sobrelleva su enfermedad, no será capaz de mantenerse fiel hasta el final, y engañará a su pareja con un atractivo sobrecargo de vuelo, con quien se cita en hoteles anónimos, entre transbordo y nueva hoja de ruta.

También Babette, la mujer que ha comprado el vestido azul, ve temblar sus esquemas vitales, su vida de pareja, su propia existencia. Que, de pronto, se le aparece como una sucesión de acontecimientos inconexos entre sí, desprovistos de otro sentido que el de una mera adecuación al transcurso del tiempo. Un día, como si intuyese que su convivencia necesita un estímulo, un cambio, su marido aparece con unos billetes para Bali. Pero allí, después de un viaje en avión en el que la fantasía erótica de Babette casi llega a pecar de obra, allí, en medio de la lluvia tropical, de la lujuriosa vegetación, de los placenteros masajes thailandeses, lo sorprenderá la muerte. Se llamaba Fritz, pero cuando Babette identifica y recoge su cuerpo, apenas tiene conciencia del hombre que ha sido.

Babbette y Florian, heridos y solos, se conocen, intiman, emprenden una vida en común; sin sexo, pero con el consuelo de una limpia amistad que va llenado las horas vacías. Ambos se sinceran, desnudan sus turbulencias, sus infidelidades, y reflexionan sobre la extrañeza de seguir vivos mientras los otros ya no están. Babette inicia una relación con un anestesista taciturno y ordenado, que en parte le recuerda a su difunto marido. Florian se ahoga en alcohol, y en sus recuerdos del pasado feliz, hasta que propone a su compañera un loco viaje mexicano, un exorcismo común en la Oaxaca del Día de Todos los Santos, esa rara festividad que discurre bailando entre las lápidas y las cruces de los cementerios públicos...

Esta novela, que habla de la muerte, de su ausencia de significado, y de la fragilidad de los seres que aún sobreviven en la tierra, pero que también morirán, mereció el Deutscher Büchpreiss (Premio Alemán del Libro 2003), y acaba de ser vertida al castellano por Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, en una pulcra traducción de Beatriz Galán y Ursula Barta.

Sobre la autora, Doris Dörrie, hay que destacar su carrera cinematográfica, que corre en paralelo a sus buenos oficios literarios. Nacida en 1955, en Hannover, emigró muy joven a Estados Unidos, para estudiar teatro y cine en la Universidad del Pacífico, California. Tres largometrajes y otras tantas novelas avalan una fecunda actividad artística, un original y creativo talento.

*Escritor y periodista