Cuando tienes la curiosidad, o la obligación, de informarte sobre la violencia de género te llevas muchas sorpresas. Hablando de España, lo primero que te viene a la cabeza es que nuestra cultura machista, muy arraigada, es la culpable de esos asesinatos. «La maté porque era mía» es una canción y un soniquete extendido entre nosotros. Si esta idea fuese la correcta para analizar el problema, en los países nórdicos, nada machistas, eso creemos, no habría mujeres muertas por esta causa. Y resulta que no es así. En Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, las estadísticas son iguales, incluso peores, que en España. Nosotros somos machistas, ellos no. Nosotros asesinamos y ellos también. Primera conclusión: debemos despojarnos de prejuicios, hay que abordar el estudio de este gravísimo problema con la mente abierta.

Estos asesinatos se producen en ambientes degradados, marginales, en entornos de escasos medios económicos. Absolutamente falso. Las clases sociales no discriminan. Hay asesinos ricos y pobres. En países de tradición católica hay más violencia de género. Tampoco es verdad. Musulmanes, cristianos, taoístas, hinduistas, ateos, no hay filiación concreta para estos asesinos. El único dato absolutamente cierto es que es un problema de dimensiones mundiales y de una enorme complejidad.

¿Hay solución? Absoluta, evidentemente que no. ¿Podría hacerse algo más? Sin duda. Ahí van algunas propuestas.

Comenzaré por el largo plazo. Recién nombrada Ana Mato ministra de Sanidad (responsable de estos temas en ese momento) tuvo que dar una rueda de prensa tras un asesinato de un hombre a su pareja y tras la primera pregunta de un periodista contestó: no, no, no se trata de violencia de género, es violencia doméstica. Esta señora, y otros dirigentes de su partido, quieren distinguir entre la violencia de género, del hombre sobre la mujer, en relaciones de pareja actual o anterior, de la violencia doméstica, la que se da en ámbitos familiares. Para ellos en el modelo de familia católica tradicional no hay violencia, es en las otras, en las parejas sin el sagrado vínculo matrimonial donde se producen estos hechos. Esto es absolutamente falso pero, sobre todo, políticamente negativo ya que si queremos aplicar medidas tenemos que estar de acuerdo en el punto de partida. No podemos, no pueden, exigir educación quienes creen que lo importante es el sagrado matrimonio y no los asesinatos machistas. La educación a largo plazo ayudará solo si estamos de acuerdo en cuál es el problema. Estas ideas y propuestas como las excéntricas (utilizo este calificativo para no insultar) de Vox no ayudan. El feminismo, y los hombres que apoyamos esas ideas, tenemos un arduo camino por delante.

A medio plazo debemos exigir medidas políticas. Todas las administraciones deben colaborar en socorrer a las mujeres víctimas de violencia de género, con ayudas sociales. Ayuntamientos, comunidades autónomas, ministerios, todos. Es un problema gravísimo y hay que sumar. La ley de violencia de género fue un buen paso, ahora hay que mejorarla. Menos declaraciones y más dinero.

Voy con las medidas a corto plazo, lo más polémico, seguro, de todo cuanto estoy escribiendo. Si están matando a mujeres, lo primero es tratar de que no las maten. Y eso lo hace la policía. Tras la denuncia hay que poner vigilancia. Los posibles asesinos tienen que saber que no les será fácil y las mujeres que denuncian estarán protegidas. No se trata de poner un policía tras cada mujer amenazada, hay procedimientos policiales no tan agresivos y pueden ser muy eficaces. ¿Tenemos policías para tanta vigilancia? Por supuesto que sí, solo hay que priorizar y el asunto de la violencia de género está adquiriendo tintes de emergencia nacional. En pocos años llevamos contabilizadas casi mil muertas por machismo asesino. Tenemos que exigir voluntad política, solo eso. No acabaremos con esta lacra, pero se reducirán las muertes violentas y el mensaje será inequívoco, las queremos vivas y, ¡ojalá!, en unos años solo tengamos que hablar de un asunto menor, como otros tantos delitos.

Para finalizar, otra propuesta polémica. ¿La información empuja a futuros asesinos? Esta pregunta no tiene una respuesta científica, por lo que hay que situarse en el campo de la especulación. Con los suicidios sí parece haber un cierto acuerdo entre expertos y se ha llegado a la conclusión de que es mejor no informar o hacerlo de forma muy neutra y con escaso relieve. ¿Algún futuro asesino machista se anima a dar el paso definitivo tras oír o leer una noticia sobre alguien similar a él? Yo soy un ferviente defensor de la información, es un derecho básico en las sociedades complejas en las que vivimos, así que, de entrada, no a restringir información en estos asuntos, pero no estaría de más que se abriese un cierto debate.

*Militar. Profesor universitario. Escritor