Algunos papeles secretos de Bárcenas, durante 20 años, dejaron de estar ocultos en el 2013. Una contabilidad escondida, aparte de la oficial, con las cuentas irregulares del PP, donativos ilegales de empresarios y supuestos pagos que fueron a las carteras de miembros de la cúpula del partido. Todo era mentira, «salvo alguna cosa», afirmó Mariano Rajoy siendo jefe de un Gobierno de mayoría absoluta. «El PP se siente atacado», dijo María Dolores de Cospedal. Airearon la bandera del negacionismo y acusaban al oponente en su huida hacia delante, en el intento de tapar sus vergüenzas ante la ciudadanía, actitud que los dirigentes actuales mantienen. Es pasado, sí, pero el Partido Popular existe hoy y es una consecuencia del ayer.

«Luis, sé fuerte. Hacemos lo que podemos», decía el mensaje de Rajoy al extesorero Bárcenas, que ya estaba en Soto del Real, en la sombra, tras chupar foco, y dispuesto o no a tirar de la manta. La fiesta del dinero negro, del «todo vale» y de las fraudulentas e importantes adjudicaciones públicas danzó a todo ritmo. Había que borrar el escándalo como fuese, y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz (investigado actualmente) montó una historieta de Mortadelo y Filemón con su «Policía patriótica» al margen de la ley, por lo visto, para espiar a la familia de Bárcenas, borrar pruebas que perjudicasen al Gobierno y buscar más papeles que pudieran salpicar al partido y a Rajoy.

Corrupción sistémica

Estos y otros asuntos componen la corrupción sistémica desde la etapa de Aznar. Presuntamente. Ahora se enjuicia la reforma de la sede nacional de los populares con pagos de la caja b (que el Tribunal Supremo no negó en su sentencia de octubre del 2020), alrededor de 1,5 millones de euros. Recuérdese que la formación conservadora fue condenada como partícipe a título lucrativo, sin responsabilidad penal, y que ahora vuelve al banquillo como posible responsable civil subsidiaria de los presuntos delitos que los acusados hayan podido cometer.

Luis Bárcenas, con aquel «finiquito en diferido» bajo el brazo, más suelto de lengua que nunca en colaboración con la Justicia, tiene más pruebas pese a la sustracción de documentos y a la destrucción de sus ordenadores en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu pardo. El extesorero reconoce errores. El daño infligido a su mujer, que entró en la cárcel el pasado mes de noviembre para cumplir condena por el caso Gürtel, y a su hijo. Hasta piensa poner en jaque a la investigada Esperanza Aguirre en la pieza de Púnica que inspecciona la financiación irregular del PP de Madrid. Y lo que falta aún.

Es verdad que ha cambiado de versión varias veces y que sus trapicheos con el PP están a la orden del día. Quería enterrar el hacha de guerra. Pero no. Pablo Casado y los suyos están en estado de alarma por el virus Bárcenas, que solo afecta al Partido Popular. «Ha estado en mi despacho pidiéndome dinero», confesó este, refiriéndose al otro, en el 2008. Por otra parte, está la comisión parlamentaria de investigación sobre la trama 'Kitchen', que se pondrá en acción próximamente. Es decir, la presunta operación parapolicial antes mencionada. Las revelaciones diarias resultan más que suficientes para noquear a cualquier partido involucrado en esta clase de corruptelas.

Guiñol político

Sabemos, eso sí, gracias a Casado, que Pedro Sánchez está detrás de las palabras de Luis Bárcenas en este guiñol político. El líder popular echa balones fuera del campo y lanza piedras al vecino a lo loco. Como siempre. Busca la vacuna anti Bárcenas, porque su partido está contra las cuerdas. En una situación insostenible y eclipsada ligeramente por la pandemia. Este es el compromiso del grupo popular con la honradez.

Recuerden el guiño del ojo-polígrafo de Rajoy. Manifestó sobre la Gürtel que «no es una trama del PP, sino contra el Partido Popular». Entre otros, como testigo en la Audiencia, regresará el expresidente que afirmó sin querer o en un ataque de sinceridad: «Lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente». O aquello de «haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda si es que eso es posible, y haré todo lo posible e incluso lo imposible si también lo imposible es posible». Bien sabe que «una cosa es ser solidario y otra es ser solidario a cambio de nada». En fin. «Muchas tardes y buenas gracias».