Hay que ver cómo se ha puesto el patio con el «dichoso relator», como lo ha llamado Javier Lambán. Su papel, según ha aclarado Carmen Calvo, quien, además de vicepresidenta de Pedro Sánchez, es cátedra de Derecho, no será el de un mediador o intermediador, ni el de un árbitro entre ambas partes, Gobierno de España, Gobierno de Cataluña, igualmente equidistantes.

Entonces, ¿qué será el dichoso relator? ¿Una especie de testigo, más que un testaferro, que se limite a testimoniar, a vaciar por escrito lo que en las reuniones bilaterales Madrid-Barcelona se haya discutido o acordado, sin añadir nada de su coleto, sin disponer de poder alguno sobre las partes en debate o conflicto? ¿Cómo podrá entonces, si no tiene atribuciones, ni otros atributos que el de ser dichoso, llevar la dicha e independencia a Cataluña y el fastidio y manifestación de duelo al resto del país?

¿Y qué es, oiga, un relator?

Si abrimos el diccionario de la Real Academia, leemos los siguientes significados: 1) Que relata o refiere una cosa. 2) Letrado cuyo oficio es hacer relación de los autos o expedientes en los tribunales superiores. 3) Refrendario. 4) Persona que en un consejo o asamblea hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes...

Busquemos, por si acaso no la vayamos a liar, el término refrendario, a ver qué dice el sacrosanto diccionario de la R.A.E: 1) El que con autoridad pública refrenda o firma, después del superior, un despacho.

¿Quién sería, en este caso, el superior del relator--refrendario? ¿Ambos gobiernos, que previamente habrían firmado para que el cronista pudiera hacerlo después? Como no parece tampoco que la figura en litigio vaya a ser la de un refrendario, volvamos, pues, al relator. A esa persona (que puede ser un funcionario, un jurista, un policía, un cantautor, un político retirado...) que hace relación. ¿Nada más? ¿No hace nada más, en serio? ¿No amenaza, extorsiona, condena, presiona, intriga, se independiza?

El Gobierno catalán ha hecho estos meses cosas más graves que la de pedir un relator. Lo curioso es que tante gente se haya enfadado por eso, y ahora.