Es posible poner en marcha cualquier negocio y competir. Las leyes del liberalismo así lo aseguran. Todo vale para que gane el más fuerte y preparado. Excepto si Trump decide que el aceite o el vino de Aragón amenazan a la libre economía de la América con mayúsculas. Hasta ahí podríamos llegar.

Es posible entender la sanidad y la educación como un negocio. Así las ven quienes consideran un despilfarro que el erario público atienda tales asuntos. Tampoco valdría todo. A ver a quién se le ocurre abrir un hospital o una universidad en las Cuencas Mineras. Hay que estar cerca del cliente, o sea, en la ciudad. Por cada euro que se dedica a salud, en territorios como Madrid o País Vasco, aquí debemos invertir dos y medio, porque los municipios aislados se resisten a desaparecer, y porque un esquiador de Majadahonda tiene derecho a ser rescatado por un helicóptero del Salud si su seguro no lo cubre.

De ahí que llevemos tiempo hablando de vertebrar. Y no se trata de conjugar este verbo en cada discurso, sino de crear una realidad. Presumo de que la Universidad de Zaragoza haya sido, y sea, una de las instituciones que más ha creído e invertido en esta aspiración a lo largo de los años. El esfuerzo económico no lo realizan solo la universidad o el Gobierno, lo hace el alumnado, sus familias y todo el personal. ¿Los beneficios? Me gustaría que los expertos pudieran cuantificar qué ganan Huesca, Teruel o La Almunia siendo campus. También invito a buscar cuántas universidades se esfuerzan en llegar a todo su territorio.

Sobre la necesidad de satisfacer la supuesta demanda en Psicología, por ejemplo, tengo más preguntas que respuestas. No sé, cuánto nos cuesta, cuántos graduados produce la Universidad de Zaragoza, cuántos la universidad a distancia en sus sedes aragonesas, cuántos psicólogos precisamos en Aragón, cuántas plazas se oferta la sanidad pública.

No voy a decir ni pío sobre la sentencia del Tribunal Constitucional. Qué sabrá Madrid de nuestra realidad. Además, no soy partidario de imponer vetos. Pueden, según las leyes del libre mercado, venir a esta tierra todas las universidades y hospitales que lo deseen. Pueden y deben también, conocer este complejo territorio y mojarse hasta el cuello para mejorarlo. Porque un gramo de libertad siempre supone toneladas de compromiso.

*Profesor