Qué es lo que ya tenía el Real Zaragoza: futbolistas para jugar por dentro, con muy buen pie, pequeñitos, para tocar y con mucha capacidad para la asociación y el ataque. Qué es lo que le faltaba: futbolistas físicos, poderosos, defensas corpulentos, altos, con oficio y de nivel, juego aéreo en ambos lados, especialmente después de la baja de larga duración de Grippo, y velocidad y desborde por fuera en fase ofensiva. La respuesta a esas necesidades está dada ya con algunas contrataciones en firme.

A priori, porque en verano todo es a priori, Atienza y Vigaray robustecen de manera importante la retaguardia y le aportan al equipo cosas que no tenía: solidez, sobre todo. Álex Blanco ocupa el espacio dejado primero por Oyarzun y luego por Aguirre, dos perfiles similares aunque a priori, a priori también, su calidad y capacidad de desequilibrio debería ser superior. Bikoro está por ver y con Luis Suárez el Real Zaragoza ha fichado un guerrero, un incordio, un delantero difícil de marcar y fuerte. Un jugador que, a priori también, tiene más goles de los que hizo en el Nástic.

La identificación de los problemas está resuelta de manera adecuada. Los fichajes que van llegando van en la buena dirección. Todo tiene sentido. Ahora Víctor Fernández deberá convertir esta buena teoría en una buena práctica.