En una amplia entrevista en la revista Panenka Íñigo Eguaras admite que en su renovación hasta el 2024 firmada hace dos semanas y cerrada en marzo y cuya negociación empezó al final de la temporada 18-19, se paró y se retomó en diciembre pasado, hubo momentos en que se vio fuera del club, sobre todo en enero. “Los casi tres años que llevo aquí son los que más he disfrutado del fútbol. En enero recibí una propuesta del club que no era de mi agrado, y me preocupé bastante. Me comía mucho la cabeza. Sin contrato, y con las negociaciones paradas, comencé a verme fuera del club. Me veía fuera. Tenía miedo de que no apostaran por mí. Me veía muy lejos del club. Pero a mediados de febrero empezamos a negociar otra vez, y hasta que acabamos llegando a un acuerdo con el club, al que le estoy muy agradecido. Me encanta cómo se trabaja aquí, tanto en la cantera como en el primer equipo. Es un club grande”, asegura el centrocampista navarro, indiscutible desde que llegó al Zaragoza desde el Mirandés en el verano del 2017. “Aquí, en La Romareda, he encontrado mi sitio. He encontrado la madurez. Y soy feliz. Plenamente feliz”, añade

El dorsal 16 y el ascenso

En la entrevista en Panenka Eguaras también relata por qué lleva el 16 a su espalda desde hace mucho tiempo. La muerte de un compañero, Iñaki Gallastegui, de la cantera del Athletic en un accidente de tráfico y con solo 13 años es la explicación. “Recuerdo que les prometí a sus padres que cuando llegara a profesional lo primero que haría sería llevar su 16. No me olvidaré nunca de Iñaki, y llevar su 16, y llevarle siempre conmigo, en cada partido, es un orgullo. Es, quizás, una de las cosas de las que más me enorgullezco. Su sueño no se hará realidad por aquello que le pasó, pero peleo día a día, y no dejaré de hacerlo nunca, para hacer realidad mi sueño y su sueño. Para llegar los dos a Primera División”, relata para explicar ese gesto con el amigo íntimo que falleció en el 2006.

Sobre el final de temporada, Eguaras tiene claro que hay que subir a Primera. “Este debe ser el año. Ascenso es la única palabra que escuchas cuando vas por la calle, y, después de tantos años en Segunda, ahora que estamos a un paso, ahora que el dolor cabeza de la resaca de los últimos años se va disipando, queremos hacer realidad el viejo sueño del ascenso y queremos devolverles todo ese cariño brindándoles una alegría”, dice el centrocampista de Antsoain, que ha jugado 101 partidos oficiales con el Zaragoza, entre Liga y Copa (3 goles) y más de 200 en la categoría de plata. A nivel personal, subir supondría “un sueño que llevo persiguiendo desde que era un chaval. Me falta un ascenso. Y quiero que sea a Primera. Siento que no llegar a Primera Division sería un chasco enorme después de tantos años dedicándome, y entregándome, a esto. Acabar mi carrera sin haber estado ahí sería muy frustrante. Y lograrlo sería lo máximo. Sería la leche”, concluye en Panenka.