Guti, el entrenador del Almería, reclamaba hace una semana que se le llamara ya José María Gutiérrez. Con nuestro Guti, el que viste la elástica zaragocista, el que partido a partido se convierte en una pieza fundamental en el engranaje del equipo, en el que es alma, motor y fútbol, el nombre sigue ahí pero el crecimiento a pasos agigantados del centrocampista es toda una realidad. El enésimo partidazo de su espectacular temporada lo brindó ante el Racing, protagonista en los dos goles, infatigable en la lucha en la medular, imparable en el corte, en las ayudas y siempre con criterio en el reparto del balón.

En el minuto 93, cuando la mayoría pide bombonas de oxígeno y nota cómo los gemelos se le suben hasta límites insospechados, Guti tomó un balón en la medular, avanzó con decisión hacia delante, rodeado de jugadores del Racing, templó, alzó la vista y vio la carrera de Javi Ros para brindarle un regalo en forma de asistencia que el navarro aún mejoró de sutil vaselina ante Luca Zidane. Sí, Guti, o José Raúl Gutiérrez Parejo, es mucho Guti.

Mucho antes, en el minuto 18, un perfecto envío desde su campo del centrocampista acabó en los pies de Kagawa, que pinchó el balón con la derecha y tocó levemente para la llegada de Luis Suárez para hacer el primer gol. Al japonés, que se diluyó tras el descanso tras una buena primera mitad, le haría bien una parte de los pulmones que tiene Guti, que corre por él y por varios más.

Natxo González se empeñó en apostar por Guti en la temporada 17-18 y el canterano le dio una extraordinaria respuesta en la segunda vuelta para ser clave en que el rombo se sujetara. El jugador se hizo indiscutible hasta que la pubalgia apareció por su vida, ya en el tramo final de ese curso, para ser operado en el verano e iniciar un largo calvario que lastró su temporada pasada, ya que hasta tuvo que parar en febrero un mes para volver en la parte definitiva de la campaña sin el rodaje necesario para aportar todo el fútbol que tiene.

Víctor lo disfrutó el curso pasado a medio gas por las molestias y el centrocampista lo tuvo que conquistar en pretemporada. Lo logró de lleno, a golpe de corazón, de fortaleza en la medular y de fútbol para empezar la temporada casi como fijo en el once, aunque tuvo una suplencia ante el Lugo, la única por decisión técnica en esta temporada. Después, ha sido indiscutible. Mucho más que eso, es insustituible. Un gol, ante el Málaga, y dos asistencias frente al Mirandés a Soro y contra el Almería a Linares, antes de la tercera que sumó ayer para el regalo a Ros, componen su balance efectivo, el de los números. El real, es muchísimo mayor.

La ausencia de Vigaray y los altibajos de Delmás le llevaron puntualmente al lateral diestro, en un puesto donde se defendió como pudo, pero ese cambio le hacía mucho mal al equipo, porque Guti donde es decisivo y vital es en la medular. Su unión con Eguaras desde el choque ante Las Palmas ha sido una feliz noticia, por mucho que su ausencia en Riazor no significara un paso atrás en los resultados. Así, Guti, al volver a estar disponible, regresó a su puesto natural para soltar otra actuación para el recuerdo.

Asegura el centrocampista que quiere quedarse mucho tiempo en el Zaragoza, pero ya está en el punto de mira de varios equipos de Primera, sobre todo del Villarreal, del Espanyol y, principalmente, del Betis, decidido a apostar en junio por él. Es lógico que sus actuaciones le sitúen en el primer plano y, si no llega el ascenso y con las necesidades económicas del club, una posible venta no puede ser descartada por nadie. Al revés. Sin embargo, Guti quiere quedarse y jugar en Primera con el club de toda su vida y la mejor manera de demostrarlo es agarrar fuerte el timón, con un físico a prueba de bombas y con una capacidad futbolística en aumento. Este es Guti. Don Guti. O José Raúl Gutiérez Parejo. Pero, en todo caso, nuestro Guti, alma, motor y fútbol.