Su nombre se escribe ya con letras doradas en la historia del zaragocismo. Ha sido el único entrenador debutante que se ha proclamado campeón de Liga en División de Honor juvenil y solo él ha llevado al Real Zaragoza a la conquista de la Copa de Campeones, el máximo galardón a nivel nacional en la categoría. La gesta abrió las puertas de Europa al equipo aragonés, que, pese a ser debutante, se ha ganado a pulso un lugar en el playoff previo a los octavos de final de la Youth League, la Champions juvenil. Semejante acumulación de logros presiden la excelsa hoja de servicios de Iván Martínez, que ya vela armas de cara al duelo del miércoles ante el Olympique de Lyon en La Romareda.

Lo hace con la mirada al frente, los puños cerrados y el alma encendida. Pero, sobre todo, con una desbordante fe en los suyos, lo que ahuyenta cualquier atisbo de temor. «Si estamos al 100% no tengo miedo a nadie en Europa y seguro que vamos a pasar. Tenemos cualidades como equipo mejores que las de ellos. Confío en que vamos a hacer un gran partido y creo que va a ser así», asevera con contundencia.

Esa fe, la misma que le ha llevado tan lejos, se alimenta de la energía que sus pupilos transmiten sobre el terreno de juego y que sostiene al Zaragoza de nuevo en la parte más alta de la tabla clasificatoria del grupo tercero de División de Honor, solo por detrás del Barcelona, que le supera en apenas dos puntos. Pero los catalanes ya están eliminados de una Youth League en la que Zaragoza, Real Madrid y Atlético de Madrid son los únicos españoles que se mantienen vivos.

Dos meses después de la última eliminatoria, la Champions irrumpe de nuevo en escena para gozo, deleite y orgullo de un zaragocismo que no fallará a la cita (el miércoles, a las 18.00 horas en La Romareda). «Va a haber más gente que en las dos eliminatorias anteriores y eso es una gran noticia porque necesitamos ese apoyo de la grada porque jugamos en nuestra casa y con nuestra gente», subraya Martínez, que no se inmuta ante la superioridad del oponente en fuerza bruta. «Ellos son un equipo físico tanto en estatura como en músculo y acostumbrado a competir contra hombres porque juegan en Ligas que no son juveniles, pero tenemos cualidades que ellos no tienen y debemos llevar el partido a nuestro terreno». Y eso incluye huir de la especulación, una parcela desconocida para el Zaragoza. «Hay que ir a ganar (en caso de empate al final de los 90 minutos, la eliminatoria se decidirá directamente en una tanda de penaltis). Si sales a empatar, lo normal es perder», asegura el entrenador, que desborda optimismo. «Estamos bien. Tenemos ganas de que llegue el partido. Hemos trabajado duro para llegar hasta aquí y en Liga llevamos ocho puntos más que la temporada pasada a estas alturas. Los dos partidos anteriores en La Romareda nos dan tranquilidad», afirma el técnico, que rescata la inquebrantable fe en los suyos para dejar claro que «nos enfrentamos a un gran equipo, pero nosotros también lo somos y estamos preparados. Son buenos, pero nos hemos enfrentado a los mejores equipos de España y les hemos ganado».

Martínez estará pendiente de Rayan Cherk, una de las estrellas del Olympique. «Es muy bueno». Pero tampoco él le quita el sueño al técnico, que podrá contar con todos sus efectivos en condiciones para la gran cita.

Se prevé un gran ambiente en el estadio. El acceso es gratuito para los abonados y la entrada para el resto tiene un coste de 5 euros. La mitad de lo recaudado irá destinado, en este caso, a la Asociación de Diabéticos de Zaragoza. «Por lo que me dicen, va a haber una gran entrada», insiste Iván, que afronta la eliminatoria, a partido único, consciente de que tanto él como sus futbolistas serán el centro de muchas miradas. Ojeadores, intermediarios, representantes y miembros de clubs llevan tiempo sometiendo a una estrecha vigilancia a Carbonell, Francho o Francés, entre otros. Pero también a él.

Ya lo dijo Carlos Rojo, una institución en los banquillos y el anterior conquistador, trece años antes, de una Liga con el Zaragoza juvenil. «Iván ha llevado en la cabeza lo de ser entrenador desde los 19 años y el primer año que ha tenido un gran reto, triunfa porque cree en lo que hace. Llevaba muchos años soñando con esto». Y el sueño continúa.