Es indiscutible la aportación de Juanjo Narváez desde su llegada en verano. Con la versión más discreta de Chavarría en los últimos tiempos, el colombiano es sin duda el mejor fichaje de los 10 que llegaron en la pretemporada, también si se cuentan los tres que arribaron en enero. Lo dicen sus siete dianas del total de 18 sobre el césped del Zaragoza y su capacidad de desborde y de remate, por mucho que desaparezca de los partidos en algunos tramos, pero en una temporada tan larga como es esta Segunda de 42 jornadas los altibajos son inevitables y ahora Narváez pasa por un tramo bajo provocado por su fallo en el penalti en Sabadell.

El futbolista no ha logrado levantarse aún en lo anímico de un error que costó la victoria en la Nova Creu Alta. Y la derrota con mala imagen ante el Alcorcón ha hurgado en la herida. Narváez ha recibido el apoyo público y privado de JIM, que mostró en rueda de prensa su confianza en que el punta siga lanzando los penaltis, y de sus compañeros, pero necesita alejar fantasmas, redimirse con otra actuación decisiva, levantarse tras el golpe en Sabadell. Aquel día, el Zaragoza se adelantó con el gol de Jair y Stoichkov igualó de pena máxima por manos de Chavarría. Acto seguido, en la siguiente jugada, Juanjo Narváez fue derribado en el área por Undabarrena y, tras marcar los penaltis ante la Ponferradina y el Logroñés en una suerte donde el Zaragoza ha tenido mal tino en los últimos tiempos, hubo pocas dudas, o mejor dicho ninguna, en que el cafetero lo lanzara.

Lo hizo, cambió su rutina de tiro y Mackay le adivinó la intención, lanzándose a su izquierda y despejando el remate del colombiano, que desde ese momento se dio cuenta de la gravedad del fallo, que privó de una victoria vital, que hubiera sido la segunda seguida fuera, porque el Sabadell ya no se habría levantado de ese golpe. El Zaragoza ya fue otro en el cuarto de hora final, noqueado por ver cómo el triunfo, merecido, se le había escapado. Esa fuga se agravó con la derrota inesperada ante el Alcorcón, donde ni el Zaragoza ni el propio Narváez vivieron un buen partido. La vida, de haber marcado aquel penalti, con la octava diana en esta temporada, su récord en el fútbol profesional español, habría sido seguramente muy diferente para el Zaragoza.

Necesita levantarse Juanjo Narváez, el único jugador zaragocista que ha disputado las 26 jornadas y que solo salió desde el banquillo ante el Espanyol al arrastrar molestias. Con sus dianas fue vital en los triunfos ante el Fuenlabrada, el Albacete, el Logroñés o la Ponferradina y anotó un doblete para salvar un punto ante el Girona. Su único tanto inútil a efectos clasificatorios llegó en El Toralín. Y a esas siete dianas añade dos asistencias, a Adrián ante el Málaga y a Bermejo ante el Logroñés. Es imprescindible para este Zaragoza, ya sea como referencia o más pegado en la banda izquierda, donde ha jugado en los tres últimos partidos y donde se siente menos cómodo.

Narváez, el futbolista que más remata del Zaragoza y el tercero que más de la Liga, quiere vivir más cerca del área y la baja de Francho y el posible cambio de sistema le pueden situar junto a Álex Alegría en la punta de lanza. Juegue donde juegue en el Tartiere, el punta quiere resurgir, volver a ver puerta, teniendo en cuenta que sus dos últimas dianas han sido de penalti y la semana que viene llegará a los tres meses sin anotar en jugada desde que lo hizo ante el Fuenlabrada con aquel inolvidable taconazo. Esa reivindicación ayudará a cerrar una herida muy abierta desde el duelo en Sabadell.