El pasado domingo se abrió una brecha de dimensiones considerables entre el equipo y su afición. La grada castigó con olés irónicos a los jugadores, a los que dedicó otros cánticos recriminatorios también al término del partido, cuando casi todos los futbolistas se expusieron ante la grada de animación. Para Lalo, la afición tiene un factor «diferencial» tanto a favor como en contra. Los 27.000 abonados, en su opinión, marcan distancia respecto al resto de clubs de la categoría «y a la mitad de Primera», pero «nos hace diferenciales a favor, pero también si se vuelven en contra. No puedo pedirles nada porque siempre han estado ahí, pero hay que ponerse en la piel del jugador», expuso. Porque «cuando se pita a un futbolista antes de un partido eso afecta porque son personas» y expuso, en ese sentido, que «muchas veces, la camiseta del Zaragoza pesa 4 kilos y no 100 gramos como la de otros clubs».

Así que Lalo entiende que el zaragocismo también debe poner de su parte para salir de esta. «Si es una afición número uno? Sí, pero, como cualquier otra, cuando una grada está en contra de un jugador, es imposible que rinda» y pide «optimismo». «Yo lo tengo», asegura.