La consigna es mantener los pies en el suelo y no disparar ni un ápice la euforia por mucho que las sensaciones y los resultados inviten a pensar que el ascenso a Primera, el deseado y anhelado retorno a la élite, está cerca, que al Real Zaragoza se le ha puesto una cara de favorito tras 29 jornadas que se la reconocen todos los enemigos y que también la ve la afición zaragocista, más ilusionada que nunca en esta larga travesía por la categoría de plata que empezó en junio del 2013. Para todo eso hay motivos, pero Víctor y la plantilla lo tienen claro y ni se hacen cuentas para subir ni se mira al futuro lejano, solo a lo más inminente.

Al calendario le quedan 13 citas y la teoría de Víctor es que esta Segunda es tan competida e igualada que se puede perder con cualquiera de los trece enemigos que restan, también con el próximo, un Racing colista y que solo ha sumado seis puntos en ocho jornadas de la segunda vuelta, pero que hace tres semanas le ganó al Almería, entonces en ascenso directo y segundo, como ahora el Zaragoza, en el feudo del conjunto almeriense. Ni un ápice de confianza con ese enemigo, ni lo quiere haber con los siguientes. Paso a paso y la mirada a corto plazo. Primero el Racing, después la visita a La Rosaleda, más tarde el Alcorcón... y así sucesivamente. Y solo celebrar el ascenso cuando matemáticamente esté cerrado, cuando se saquen más puntos de los que el tercero pueda recortar al equipo.

La dinámica y la sensación de convicción en sus posibilidades, la fortaleza en el espíritu y la capacidad para superar adversidades están ahí, las reconoce el técnico y también la plantilla, pero de ahí a la euforia o el exceso de optimismo hay un paso que no se quiere dar. El Pichu Atienza, uno de los líderes del vestuario por su experiencia y por su peso específico dentro de un grupo donde ahora los dos capitanes, Zapater y Javi Ros, están lesionados y fuera del día a día, lo dijo el domingo al acabar el partido ante el Deportivo. «No digo que no miremos y no comentemos la clasificación, pero poca euforia tenemos la verdad. Decían algunos de hacer una foto en el vestuario, otros decíamos que no, que mantengamos la calma. Tenemos los pies en el suelo en la situación en la que estamos», aseguró el central cordobés.

La foto como muestra de alegría de la plantilla no se hizo pública. O directamente ni se realizó, señal clara de que nadie quiere mostrar demasiada euforia por mucho que la victoria ante el Deportivo, un enemigo lanzado, se considerara clave. Por mucho que se venía de una semana con tres partidos y se firmaran siete puntos de nueve. Estas imágenes han sido habituales en otros vestuarios en los últimos tiempos y se hicieron varias en la recta final de la temporada 17-18 del Real Zaragoza de Natxo González, en su espectacular remontada hacia la tercera plaza, aunque después llegara la cruel eliminación a manos del Numancia en el 'playoff'. De momento, en esta temporada aún no ha habido esa imagen pese a la excepcional racha que acumula el Zaragoza, que lleva ocho jornadas de la segunda vuelta sin perder y con 18 puntos de 24 posibles, con cinco victorias y tres empates como balance en un dato que solo el Deportivo, con 19 puntos, mejora pese a la derrota en La Romareda.

Otro ejemplo de esa cordura, de mantener clara la mirada solo en la siguiente cita lo puso Víctor Fernández. «Primero debemos mirar de cerca para luego mirar de lejos. Hay que dejar la euforia y la ilusión a la afición y centrarnos en el día a día. Ahora, mirando cerca, tenemos que abrir una brecha con el séptimo clasificado, cuanto más grande, mejor, asegurarnos una plaza en la repesca de los 'playoffs' y, una vez alcanzado esto habrá otro objetivo... que yo sé cuál es», dijo el entrenador zaragocista tras la victoria ante el conjunto gallego el domingo.

Lo sabe Víctor y lo sabe el zaragocismo entero, pero el técnico, de forma totalmente consciente, ni quiso hablar de ascenso ni de Primera División. Pocas veces lo hace utilizando esas palabras en sus ruedas de prensa, ya que recurre a giros verbales para evitar esa expresión literal. Víctor es el primero de los zaragocistas que desea ese ascenso, pero también sabe de la importancia de mantener los pies en el suelo. Al final, trece jornadas son tres meses de competición. Y en tres meses pueden pasar muchas cosas. El Zaragoza comenzó la Liga lanzado, con 13 puntos de 15, y hubo una sucesión de problemas (Dwamena, lesiones de jugadores importantes, caída futbolística...) desde octubre que propició un profundo bache de un triunfo en ocho partidos. En una competición tan igualada esos dientes de sierra y picos de rendimiento suceden y, por mucho que la madurez, el espíritu, el hambre y el fútbol del equipo, no invitan a pensar ni por un momento en un bache de esas dimensiones sí que llegarán seguro curvas, posibles accidentes y hasta derrotas, por mucho que ahora el zaragocismo no vea con quién puede perder su equipo. Y, si lo hace, también habrá que ver la respuesta tras esa derrota después de un tiempo con tantos buenos resultados. La personalidad que ha mostrado el vestuario permite ser muy optimistas en esa respuesta, teniendo en cuenta que ese grupo ya se rehízo y se levantó con fuerza ante una crisis de magnitud.

De ahí que es fundamental mantener la guardia alta y no lanzar las campanas al vuelo, marcándose objetivos cortos. Ahora, por ejemplo, la séptima plaza del Rayo está a doce puntos, aunque los rayistas tienen pendiente la segunda parte del duelo ante el Albacete. La promoción está a tiro, el ascenso, en el estado de forma actual, parece cuestión de tiempo, pero Víctor Fernández y la plantilla mantienen la prudencia como receta básica para que lo que parece encaminado termine siendo una realidad que devuelva al Zaragoza al sitio que merece.