Es difícil saber la naturaleza exacta del conflicto económico-deportivo y ya personal entre Jesús García Pitarch y José María Movilla. Esa colisión de intereses se tenía que haber resuelto en privado dentro del marco jurídico-administrativo del club y, sin embargo, se está librando en público por decisión del director general y por la respuesta del Pelado en las redes sociales a unas declaraciones del dirigente en una emisora y a un supuesto comentario sobre la imputación de Moisés por un presunto fraude fiscal. El último episodio se ha representado esta mañana, cuando el futbolista ha acudido con un notario al entrenamiento en la Ciudad Deportiva, donde se la ha probibido ejercitarse.

El Real Zaragoza ha abierto un expediente contradictorio a Movilla porque ha valorado que sus tuits contienen la suficiente carga injuriosa y maliciosa como para que el instructor de dicho expediente considere si hay materia o no para sancionar al futbolista. La entidad está en su derecho de defender la honorabilidad de sus trabajadores y ha actuado en consecuencia. No obstante, el jugador pertenece aún a la plantilla laboral y esa valoración que debería ser de consumo interno se ha publicado en la web sin tener aún la certeza de si Movilla ha podido vulnerar el anexo 5° del vigente convenio entre la Asociación de Futbolistas Españoles y la Liga de Fútbol Profesional para ser multado.

El pulso entre Pitarch y Movilla está dañando la imagen del club, pero hay que establecer quién, verdaderamente, está causando mayor perjuicio a la institución. El futbolista contestó al directivo en su cuenta de Twitter después de que éste acusara en una entrevista radiofónica de "niños" al propio centrocampista, a Paredes y a José Mari por demandar al club por el impago de cantidades que se les debían. Además, Pitarch utilizó un argumento de alta carga demagógica y de presión social para defender su teoría al decir que cobraban 30 o 40 veces más que el salario mínimo interprofesional. En ese momento de encendida defensa del Real Zaragoza, obvió de qué nivel son sus ganancias.

El expediente contradictorio (que lo es aún) está dotando de cierto halo de mártir al jugador, a quien se le señala también desde otros sectores de oportunista en sus demandas. Ni lo uno ni lo otro. Simplemente es un profesional que ha reclamado lo suyo en los tiempos que ha considerado oportunos, aun en el caso de que haya elegido ese momento por despecho y, sin duda, daño frontal al salir su nombre en la prensa como uno de los tres elegidos para dejar el equipo en enero. La cuestión está ahora centralizada en los apuntes de Movilla en las redes sociales, si son o no injuriosos o merecedores de sanciones, y en esa prohibición para que se entrene con el resto de sus compañeros.

Twitter, en ocasiones, lo carga el diablo. García Pitarch debería saberlo muy bien y, desde luego, tendría que salir de esta espiral de confrontación particular y orgullosa por el estatus que ocupa en el club. Es el señor Lobo. Así que resuelva problemas y no los cree o acentúe.