Víctor Fernández insistió en ello de manera reiterada en la época previa a la ventana del mercado de verano. El margen de error del Real Zaragoza en las contrataciones debía ser nulo o prácticamente nulo. Llegaron siete jugadores y, ahora que la Liga ya ha recorrido un buen trecho, podríamos decir que el índice de acierto fue realmente elevado. Los fichajes no solo han sido fichajes, han sido fundamentalmente refuerzos.

Titulares en su mayoría, sólidos y que han disparado el nivel competitivo del equipo. Luis Suárez, Vigaray, Atienza, Kagawa o el propio Dwamena, hasta que su salud dijo basta, son todos futbolistas muy útiles para una causa de tanta altura como el ascenso. Fijos en el once sin discusión y responsables directos del buen comienzo de campeonato del Real Zaragoza, siempre entre los seis primeros puestos y con posibilidad de ser segundo con un empate o una victoria en el partido aplazado. Álex Blanco, sin ser un hombre tan hecho y madurado como el resto, también tiene un rol, de revulsivo, y acostumbra a dejar la impresión de merecer algo más de lo que tiene. El único de los nuevos que ha quedado descabalgado ha sido Bikoro.

Por lo tanto, la puntería en el verano fue grande, requisito imprescindible para que el Zaragoza comenzara fuerte la temporada y no empezara a descolgarse. Ahora, el problema de Dwamena abre otro escenario. Es necesario un nuevo delantero. No un cualquiera, un jugador principal. De aquí a enero, con una vuelta ya completada, con todos sanos o con algún contratiempo más, que el fútbol es impredecible, el equipo terminará por mostrar cuáles son sus puntos más débiles y dónde hay que apuntalarlo convenientemente en enero para subir otro escalón más. Hará falta en esa ventana tanto acierto como en la del pasado verano para reforzar los anhelos de ascenso que han comenzado a sembrarse desde agosto.