El fichaje de Pereira, un delantero de un perfil similar al de Dwamena, devolvía a Víctor Fernández la opción de rescatar el rombo que tan buenos resultados ofreció durante el primer tramo de la competición. Entonces, el Zaragoza se mostraba poderoso, sobrio y solvente edificado sobre un dibujo en el que sus dos puntas -Dwamena y Suárez- eran piezas maestras. La asociación funcionaba y no tardó en dar réditos en forma de goles y puntos. El instinto del colombiano se aprovechaba del trabajo sucio de su compañero y entre los dos aportaban calidad, envergadura y fútbol a una vanguardia en la que aparecía Kagawa como nexo de unión con la línea de tres cuartos.

Por detrás, Eguaras ejercía de único pivote, con Guti y James a su lado para derrochar esfuerzo y sacrificio y liberar al navarro en la creación. El rombo tenía sentido y el Zaragoza acumulaba cuatro victorias y un empate en las cinco primeras jornadas.

Sin embargo, la baja indefinida de Dwamena, con el que el Zaragoza había cosechado cuatro triunfos, otros tantos empates y una sola derrota, sumió al equipo aragonés en una depresión que trajo consigo la primera crisis de la temporada y que obligó a Víctor a buscar alternativas y prescindir de un rombo que ya no tenía demasiada razón de ser. Ahora, la llegada de otro delantero alto, con poderío aéreo y capacidad para retener el balón y caer a banda, devuelve una vía que, sin embargo, Víctor no tiene intención de explotar.

Porque al técnico le gusta lo que ve y considera que la actual disposición táctica debe tener continuidad. El Zaragoza viene alternando un 4-2-3-1 más habitual con un 4-3-3 ocasional aunque en ambos casos el equipo se alinea en dos líneas juntas de cuatro a la hora de defender. Y así seguirá por ahora.

Además, sobre este sistema se ha alcanzado una gran versión de Soro o, sobre todo, Guti, uno de los mejores futbolistas del campeonato y, junto a Suárez, el mejor zaragocista de la temporada. Ambos canteranos han experimentado un crecimiento espectacular, si bien más sostenido en el caso de Guti, que también rindió bien en el rombo. Pero su paso al centro junto a Eguaras ha sido gloria bendita para el navarro, que ha mejorado mucho sus prestaciones con Guti como guardaespaldas.

Soro, sin embargo, es otro bien distinto del que comenzó la campaña. El ejeano, tras un inicio irregular en el que se situó lejos de una buena versión, se ha convertido en indiscutible en el costado derecho del ataque zaragocista. Mucho mejor físicamente, el canterano se ha soltado a través de la continuidad que le ha otorgado Víctor, que valora tanto su verticalidad y buen pie como su trabajo defensivo. Además, la llegada de Puado también ha sido básica para que entre él y Soro se haya establecido una gran alianza.

No habrá, pues, vuelta al rombo, al menos, mientras el Zaragoza continúe ofreciendo las mismas prestaciones que le han devuelto a la parte alta de la tabla. La reinvención del equipo que debió acometer Víctor cuando todo se cayó ha surtido efecto y, aunque a través de otros mecanismos, la escuadra aragonesa exhibe automatismos y diversidad de recursos que la han convertido en uno de los equipos más fuertes de la competición.

Ahora resta por averiguar qué lugar ocupará Pereira en todo eso. En principio, el portugués llegaría para actuar como segundo punta por detrás de Suárez, la indiscutible referencia ofensiva del Zaragoza. Pero eso obligaría a desplazar a Puado a una banda -la izquierda- y dejaría sin sitio a Kagawa. En todo caso, el luso -que ha llegado bien físicamente aunque lleva tres semanas sin competir- tendrá que emplearse a fondo para forzar a Víctor a mover algo de lo que tan bien está funcionando.