Un portero y un poco de cal. Los reflejos de Sergio Asenjo y el infortunio de la pena máxima, el propio y el ajeno, condenaron ayer al Huesca a un nuevo partido que mereció ganar y no supo agarrar. ¿Cuántas veces han leído esto en esta temporada? Demasiadas. Tantas como ocasiones de gol falladas. Desesperante. Y no fue peor por porque una acción a la desesperada de Longo rescató un empate en el descuento que alivió en ese momento el ánimo, pero insuficiente si se remarca la importancia vital del encuentro. El Huesca sigue sin ganar en El Alcoraz en Primera, ni siquiera tras ponerse por delante, con dos penaltis a favor, ante un adversario con las mismas urgencias, ni tras volver a masacrar a disparos (¡26!) al meta rival y ni tras jugar contra diez.

El Huesca vuelve a perder oportunidades para creer en que la permanencia no es una misión imposible, realidad que es incuestionable y numérica, por los puntos que median, cada jornada un poco más (si gana hoy el Athletic la brecha se abrirá a los nueve puntos), con el puente levadizo hacia la salvación. Aunque también por una ecuación básica. Si tienen una treintena de ocasiones, como ya pasó el día del Levante, y no marcas más de dos goles, vas mal. Y si encima tu portero no te ayuda y el del otro lado lo para todo, como pasó con Courtois ante el Madrid y como fue ayer el caso, pues no hay quien levante esto. La historia de desesperación se repite.

La paradoja fue el gol del empate. En el último minuto, Asenjo llegó a parar tres disparos a bocajarro hasta que el partisano Longo consiguió agujerear la red. ¡Aleluya! El italiano resolvió el entuerto en el que Jovanovic había metido a sus compañeros regalando una igualada cuando todo señalaba hacia una diferencia clara en favor del Huesca.

Doce yardas. Once metros. Esa distancia fue primordial. Porque de esa manera Cucho Hernández había cerrado su mala racha. Porque, noticia, ayer marcaron los dos delanteros del Huesca, inéditos desde septiembre. Fin de la tortura para el colombiano de un penalti construído en 1-0 al filo del descanso. Y de esa misma distancia, de esa manera, Melero, que se releva con el cafetero en los lanzamientos desde el año pasado, mandó a las manos de Asenjo la oportunidad del 2-1 que Medié Jiménez había concedido al Huesca en una falta, o mano invisible que llevó a Mario Gaspar expulsado a la banda.

El falló del capitán provocó que se jugaran treinta minutos en superioridad en el que se sucedieron las ocasiones, la ineficacia local y el ángel de un Sergio Asenjo primordial, con intervenciones de puro milagro. Todo eso y la desesperación. Volcado por ese triunfo, el Huesca recibió otro palo gordo con un 1-2 que Gerard Moreno concluyó cruzando el balón en una contra que Pedraza había interpretado con el Huesca tirado en tumba abierta a por la victoria. No podía ser.

Ni con uno más el equipo de Francisco fue capaz de conseguir la victoria anhelada en casa. Ni contra un Villarreal que demostró poco o nada. O más bien todo, por qué con ese plantillón está donde está. Sólo que tiene un extremo de 19 años que apunta a crack. El nigeriano Chukwueze tiene una velocidad endiablada, que sufrió Jorge Pulido de nuevo como lateral zurdo, y fue el mejor de un equipo que hizo debutar a su técnico, Luis García, generándole muchas dudas por su falta de juego. El Huesca hizo lo que ha hecho últimamente en casa, volcando su ataque por las bandas, donde Ferreiro y Miramón son cuchillos, reforzados ahora con un Melero en llegada y la aportación de Rivera y Moi Gómez. Dominar la posesión, generar oportunidades, pero baldías, porque intensifica los centros cuando tiene un delantero chiquitín, o inconclusas por falta de puntería. El premio fue irse al vestuario por delante, tras un fallo de Trigueros, que derribó a Melero en el área, tras errar en un despeje a centro de Miramón.

En la segunda parte llegó el drama, aunque el Huesca empezó como un equipo inglés, encadenando cuatro saques de esquina en cinco minutos. Ese absoluto control de la situación no fue refrendado con el merecido 2-0. El intercambio de penaltis, las paradas de Asenjo y la desesperanza azulgrana, encerró el encuentro en una calle sin salida de la que Longo supo escapar reculando con un gol de corazón. Un corazón que le sigue latiendo al Huesca con vida en Primera, aunque los síntomas son de pesadumbre. Tocará levantarse y no reblar, como siempre, aunque pocas veces se tendrá el escenario tan propicio para celebrar esa victoria que tanto tarda en llegar. Que no por merecerse.

Huesca, 2: Jovanovic, Miramón, Pulido, Insúa (Camacho, m.85), Etxeita; Rivera, Melero (Longo, m.78), Moi Gómez, Ferreiro; Chimy Ávila (Gürler, m.68) y Cucho.

Villarreal, 2: Sergio Asenjo; Mario Gaspar, Costa, Álvaro, Funes Mori; Chukwueze (Javi Fuego, m.84), Caseres, Trigueros (Layún, m. 68), Fornals; Gerard y Bacca (Pedraza, m. 72).

Goles: 1-0, m. 42: Cucho Hernández (pen). 1-1, m. 62, Bacca (pen). 1-2, m. 80, Gerard. 2-2, m. 93, Longo.

Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán).

Tarjetas: Enseñó tarjeta amarilla a Chimy Ávila, Insua y Pulido, por parte del Huesca, y a Trigueros y Bacca, por parte del Villarreal. Expulsó por doble amarilla a Mario Gaspar, del Villarreal, en el minuto 64.

Incidencias: 6.455 espectadores en el estadio de El Alcoraz.