Miguel Adrover, que fue uno de los diseñadores de moda más admirados en Estados Unidos, ha dejado Nueva York harto del boicot que padece en el mercado norteamericano tras haber comercializado una colección inspirada en el islam. El creador mallorquín, considerado uno de los mejores del mundo por Time, regresó a su isla natal la semana pasada e intentará abrirse camino en el mercado europeo tras varios fracasos en la Gran Manzana.

Adrover, de 38 años y nacido en el pequeño núcleo mallorquín de Calonge, pertenece a una familia de agricultores e hizo carrera en el mundo de la moda de forma casual pero con un gran éxito. Nueva York ensalzó su trabajo a finales de los años 90 de la misma manera que ahora le da la espalda. El diseñador mallorquín, de quien el Museo Metropolitan expone de manera permanente dos vestidos, ha explicado que con la ropa que vende en Estados Unidos ni siquiera puede pagar el alquiler de su estudio neoyorquino, de 2.600 euros mensuales.

"Si en los últimos años no hemos conseguido financiación, no creo que vayamos a tenerla ahora. Al menos no en los próximos cuatro años", comentó Adrover antes de abandonar Nueva York rumbo a Mallorca. "Lo mejor es seguir probando en otro lugar, donde podamos encontrar financiación", añadió.

El creador no es victimista. "Creo que es justo que pase, conocemos las reglas del juego. Si quiero estar en la cumbre de la industria neoyorquina, tengo que seguir el juego", manifestó.

Después de ser adorado por la prensa especializada (la directora del Vogue estadounidense lo lanzó al estrellato en 1999) la carrera profesional de Adrover dio un giro de 180 grados cuando, pocos días después del 11-S, presentó una colección inspirada en el mundo árabe. El creador sufrió en sus carnes las consecuencias de este clima antiislámico que se produjo en EEUU y ha sido incapaz de dar un nuevo giro a su carrera profesional y remontar aquel fracaso.

Adrover ha declarado en Nueva York que el clima político que se respira en Estados Unidos tras la victoria de Bush hace aconsejable que cambie de aires y que vuelva a Europa. En Mallorca le han recibido con los brazos abiertos y con varias ofertas de trabajo. El diseñador estudia crear una escuela para formar a los futuros profesionales de la moda.