Ginebra producida artesanalmente con trigo autóctono, menta y manzanas. Cerveza sin sulfitos. Vermut elaborado con ingredientes ecológicos y hierbas aromáticas. Whisky hecho con agua pura del deshielo y cereales malteados… La publicidad del alcohol ha encontrado un filón en los ingredientes naturales para presentar bebidas alcohólicas al límite entre lo inocuo y lo saludable. El alcohol, sin embargo, por más artesanal, ecológico y sofisticado que pueda venderse, no tiene beneficios para la salud. Es más, la evidencia científica demuestra que es un cancerígeno muy potente.

«La gente piensa que no pasa nada si se toma en pequeñas cantidades. Pero no es cierto en absoluto», explica el doctor Antoni Gual, responsable de la unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clínic de Barcelona. Las investigaciones han demostrado que los llamados bebedores moderados tienen más riesgo de sufrir cáncer en la boca y en la garganta (1,8 más frente a los que no beben), cáncer de esófago (1,3 más riesgo en el caso de consumo ligero y hasta cinco veces más con un consumo excesivo) y tumores colorrectales y de mama. Sin ir más lejos, el libro Nutrición y cáncer. Lo que la ciencia nos enseña afirma que el 11% de los tumores en España son atribuibles directamente al alcohol.

RIESGO DESAPERCIBIDO

El riesgo relacionado con esta sustancia, sin embargo, parece pasar desapercibido para la población. «La mayoría de la gente es consciente de que el tabaco provoca cáncer, pero casi nadie piensa que el alcohol también lo hace», denuncia el dietista y nutricionista Julio Basulto en su último libro, Dieta y cáncer, escrito junto al profesor universitario y experto en alimentación humana Juanjo Cáceres. «Mucha gente está convencida de que el vino es bueno para el corazón. Pero no lo es. Y aunque lo fuera: sugerir que las bebidas alcohólicas benefician al corazón, algo muy discutible, y omitir que aumenta el riesgo de cáncer ¿acaso no es engañar?», se pregunta Basulto.

¿Entonces por qué el alcohol-una bebida que en España empieza a ser consumida en torno a los 13 años- provoca tumores? Porque el acetaldehído, que se produce en nuestro cuerpo cuando metaboliza el alcohol, daña el ADN causando mutaciones que pueden conducir al cáncer. La Organización Mundial de la Salud (OMS) predica desde 1996 que cuanto menos alcohol, mejor; frase a la que Basulto y Cáceres añaden: «Cuanto más, peor». El organismo internacional de investigación sobre el cáncer (WCRF, por sus siglas en inglés) también deja claro que para la prevención de los tumores lo mejor es no beber alcohol. «No hay ninguna entidad de prestigio que recomiende el consumo de alcohol como bueno para la salud», recuerda el abogado experto en derecho alimentario Francisco Ojuelos.

Aun así, no es extraño que estos argumentos sean rebatidos por algunos estudios en los que, por ejemplo, se habla de los presuntos beneficios del alcohol. En este caso, los expertos alertan de que muchas de estas investigaciones suelen estar patrocinadas por empresas del sector, con lo cual sus resultados distan mucho de ser objetivos y científicos. «Ni una copita de vino al día es sana ni una caña te ayuda a rehidratarte después de hacer ejercicio. Son consejos que carecen de toda evidencia científica y promueven el consumo de un compuesto perjudicial para la salud», advierte Mario Sánchez, tecnólogo de alimentos y divulgador científico en el blog SefiFood. «Una vez dejemos claro el peligro del alcohol, que cada persona elija qué tipo de consumo llevar a cabo sabiendo qué elección es la más saludable», añade.

NADA DE TRIUNFOS

El nutricionista Basulto se muestra indignado con el márketing que persigue asociar alcohol con felicidad, belleza, atractivo sexual o éxito deportivo. «Tras el alcohol se esconden grandes tragedias, no grandes triunfos». Y hace hincapié en que hace años el tabaco se anunciaba con alegría (incluso atribuyéndole beneficios para la salud), algo que ahora mismo sería impensable. «Llegará el día en que suceda lo mismo con las bebidas alcohólicas, cuya publicidad depredadora nos rodea», pronostica Basulto. «Estamos delante de una sustancia adictiva», explica.