El complejo nuclear de Fukushima regresó esta semana a los informativos con el vertido de un centenar de toneladas de agua contaminada desde uno sus tanques de almacenamiento. La causa fue otro error humano: alguien se dejó la válvula abierta. Es el accidente más grave desde que en agosto pasado se filtraran otras 300 toneladas al terreno circundante y se elevara la alarma al nivel tres en una escala de siete.

Faltan dos semanas para que se cumpla el tercer aniversario del peor desastre nuclear desde Chernobil y la central combate contra el olvido. Pero el tono de la prensa internacional contrasta con los avances en la central que subrayan los expertos. "En general, la situación está definitivamente bajo control", explica a este diario Terry Rogers, profesor emérito de Ingeniería Mecánica de la universidad canadiense de Carleton. "Se están construyendo estructuras para cubrir los reactores dañados que minimizarán los vertidos radiactivos y protegerán los escombros de las condiciones meteorológicas --añade--. Algunas filtraciones pequeñas se seguirán produciendo desde los tanques de almacenamiento, pero esa radiación está muy por debajo de la que puede afectar a la salud humana, especialmente porque va a parar al océano y allí su concentración se reduce". Los expertos subrayan que no se ha demostrado que la radiactividad haya causado un aumento de enfermedades o muertes.

UN MILLAR DE TANQUES

Aunque ya no hay emisiones al aire, se han convertido en tristemente habituales las filtraciones desde los depósitos --un millar en total-- donde se guarda el agua que se ha empleado para enfriar los reactores y que, en el proceso, se ha contaminado. De hecho, el incidente de esta semana no era "inesperado" debido a la compleja gestión de la central y al peligro inherente de estos depósitos temporales, prosigue Neil Hewitt, profesor de Gestión de Residuos Radiactivos de la Universidad de Sheffield.

Tepco, la empresa que gestiona la central, inyecta cada día 400 nuevas toneladas de agua para refrigerar los reactores. Y hay que buscarles un lugar donde descontaminarla. La crisis del pasado año se produjo por un vertido en uno de los tanques con juntas de plástico que habían sustituido a los acabados completamente en acero para ganar velocidad.

Tepco admitió que no podría cumplir su promesa de completar el proceso de purificación este año porque el sistema avanzado de procesamiento de líquidos (ALPS) no da abasto. La máquina, que limpia 63 sustancias radiactivas, necesita detenerse para inspecciones. Hay planes de añadir más máquinas.

"Controlado del todo no está, pero sí apreciamos una buena evolución", resume Peré Masqué, catedrático de Física de la UAB que ha participado en el análisis del agua del Pacífico.

La tierra se contaminó cuando los isótopos volátiles derivados de la catástrofe fueron arrastrados por las corrientes de aire y se acabaron depositando en el suelo. Ahora el terreno deberá ser descontaminado o al menos cubierto por una gruesa capa de nuevos materiales. Eso sí: los isótopos más pesados y peligrosos, como el plutonio, o fueron muy escasos o no llegaron lejos

En cualquier caso, la gestión de la compañía sigue entre el oscurantismo y la ineptitud. Dos semanas atrás, Tepco admitió que la concentración de estroncio 90 quintuplicaba los datos suministrados anteriormente. "Esto no puede ocurrir", les afeó Shunichi Tanaka, director de la Agencia de Regulación Nuclear, quien aclaró que tampoco esa concentración era peligrosa.