El Tribunal de lo Criminal de Auxerre, en el centro de Francia, condenó ayer a cadena perpetua a un exconductor de autocar que mató a siete jóvenes deficientes mentales a las que trasladaba. El caso, cuya condena llega casi 30 años después de los hechos, pone en entredicho la efectividad del sistema policial y judicial.

El veredicto establece, además, que el condenado, Emile Louis, de 70 años, no podrá aspirar a la libertad condicional durante al menos 18 años, lo que supone la máxima pena posible.

Louis fue detenido y encarcelado en el 2000 por el secuestro y asesinato de las jóvenes, desaparecidas entre 1975 y 1979 y cuya suerte fue ignorada durante más de 20 años por la justicia gala. Cinco de los cadáveres no han sido encontrados todavía. El exconductor no reconoció su culpabilidad y reiteró: "Lo siento por las familias pero soy inocente".

El caso despertó gran expectación por el carácter macabro de los hechos y por las disfunciones judiciales. A pesar de que en 1984 un informe acusaba a Louis de las muertes, no fue hasta 1997 cuando el Tribunal de Apelación de París inició una investigación. Los servicios sociales, que consideraron que las jóvenes se habían fugado, no se ocuparon nunca de investigar su paradero.