El aviso de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) es claro: una treintena de bandas que operan en el Campo de Gibraltar están empezando a organizarse y adoptar una estructura similar a los cárteles colombianos de la droga a fin de multiplicar sus beneficios y mantener sus actuaciones impunes. Ya cuentan con una amplia red de personas a su servicio, más medios que las fuerzas de seguridad del Estado y recursos económicos. «Se está organizando el primer cártel de la droga de España», advierten, «y será una realidad si no se impide con un pacto de Estado que incluya refuerzos policiales y también medidas sociales».

Las estimaciones de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) en la zona, que reclaman un aumento al menos en 300 efectivos, dan cuenta de cuán enraizado está el negocio de la droga en la comarca del Campo de Gibraltar. En los 19 kilómetros cuadrados que ocupa La Línea de la Concepción, con apenas 63.000 habitantes, actúan 30 bandas integradas por 600 familias, que tienen al menos a 3.000 personas a sueldo. Son aquellos que ceden viviendas para almacenar la droga, las llamadas guarderías; vigilan cuando se descarga un cargamento en la playa, cargan con los fardos hasta el coche o pilotan las embarcaciones con las que cruzar a Marruecos a por la mercancía. El 70% de la actividad de las bandas se atribuye ya al clan de los Castañitas, uno de cuyos integrantes fue liberado en el asalto al hospital de La Línea. Las fuerzas de seguridad sospechan que es esta banda la que está alentando la cooperación con el resto de clanes.

El secretario general de la AUGC, Juan Fernández, apunta a un dato clave para sustentar sus temores, el aumento de la droga que se mueve. Durante el 2017 se aprehendieron 145.372 kilos de hachís, frente a los 100.423 kilos contabilizados en el 2016, y pone como ejemplo el alijo de 8.700 kilos de cocaína interceptado este pasado martes en Algeciras, considerado la mayor aprehensión realizada hasta el momento en Europa. «Nadie se atreve a introducir tal cantidad de droga si no tiene seguridad de que llegará a su destino», subrayan, por lo que apuntan la posibilidad de que estén intentando enraizarse en las instituciones.

Los datos son contundentes. El 80% de la droga intervenida en España se incauta en el Campo de Gibraltar, aunque se estima que esa mercancía intervenida es apenas un 20% de la que entra en el país, y que en muchas ocasiones tiene como destino otros países de Europa. De la importancia de Algeciras como puerta de entrada de la droga, superior incluso a Galicia o Amberes (Holanda), habla también que el propio Sito Miñanco, uno de los principales capos de España, hubiera trasladado su domicilio a la zona.

Pero no son los únicos elementos que disparan las alarmas en la AUGC. También está el cambio en los modos de proceder de los narcos, que han empezado a contratar sicarios para defenderse, o la escalada de violencia en la zona. Una agresividad de la que queda constancia en los últimos meses con tiroteos entre bandas; asaltos a hospitales para liberar a sus líderes a plena luz del día; intentos de destrozar las patrulleras policiales; narcos disfrazados de agentes para llevarse alijos de bandas contrarias; amenazas a agentes de las fuerzas de seguridad y a sus familias…

Escalada de violencia

Los agentes están en el punto de mira de las bandas, con la complicidad o la inacción de muchos ciudadanos sin recursos que participan, de una manera u otra, del negocio de la droga. Son recibidos a pedradas cuando llegan a ciertos barrios, y se conocen sus coches de paisano. Por no hablar de las «embestidas» a los patrulleros con todoterrenos cuando localizan a un convoy con droga. En los últimos tres años, expone la AUGC, se han contabilizado en la comarca no menos de 15 incidentes así, que se tienen que tramitar como accidentes de tráfico al no poderse demostrar con pruebas que la agresión era premeditada.

La AUGC destaca la presencia de los palilleros, narcos que se disfrazan de agentes de los cuerpos de seguridad para hacerse con alijos ajenos y acaban sembrando la confusión entre las bandas. Tienen que defender la mercancía, y como nunca saben si los agentes a los que se enfrentan lo son de verdad o no, la hostilidad con la que los reciben se ve reforzada al creerlos posibles competidores.