El agua llega al parque de Doñana a menor velocidad de la que sale. Un informe del Ministerio de Medio Ambiente constata la tendencia negativa de los últimos lustros en el mayor humedal de Europa, donde el consumo voraz reduce el impacto de las lluvias e impide que los acuíferos subterráneos que dan vida a los ecosistemas en superficie se llenen.

Este desfase insostenible ya hizo saltar las alertas de la Unión Europea (UE) ante la sobreexplotación de los recursos hídricos del espacio protegidos, instando a corregirlo antes del próximo 1 de diciembre. Los ecologistas insisten en la necesidad de tomar de una vez por todas medidas contundentes para evitarlo, fundamentalmente el cierre de pozos ilegales y el mejor aprovechamiento del agua para el cultivo, y reprochan que las administraciones se encomienden a un trasvase del río Piedras, aún sin empezar, como única salida.

El informe de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir correspondiente al año hidrológico 2016-2017, presentado ayer en el Consejo de Participación de Doñana, reconoce que «de mantenerse el actual grado y modo de explotación de los recursos subterráneos en el acuífero detrítico, se comprometería su buen estado y el de los ecosistemas terrestres que de él dependen». Constata, además, que el acuífero tiene menos agua de la que cabría esperar por las lluvias recogidas en el año analizado, ya de por sí seco, aunque en los límites normales (526 milímetros).

De los 16 sectores en los que se divide, únicamente uno se encuentra en un estado normal, mientras que el resto está en situación de riesgo: cinco en alarma, tres en alerta y siete en prealerta. Es más, 11 de los 16 sectores muestran una situación peor a la que le correspondería según la lluvia caída.

UNA «INTENSA PRESIÓN» / El mismo informe ya dejaba claro en el 2013 que la «intensa presión podría comprometer el buen estado de la masa de agua subterránea y de los ecosistemas terrestres que dependen de ella». Mismo diagnóstico cinco años después, y mismas recomendaciones: revisar los derechos de uso del agua y disminuir la presión hídrica mediante la compra estatal de terreno de regadío y el trasvase de 15 hectómetros de agua.

«Hablar en esos términos es un eufemismo -denuncian desde WW-, el parque ya se está viendo afectado». Los informes del CSIC lo corroboran: algunas masas de agua permanentes pasaron ya hace años a ser estacionales, y los flujos que alimentan el sistema de lagunas peridunares se han invertido.

Una situación que se agrava por cuanto el punto de partida no era el mejor para Doñana, dado que el aumento del consumo de agua para actividad humana se intensificó justo después de que terminara la peor sequía que ha vivido el enclave, y se mantuvo en el año más seco conocido, el 2005 (176 milímetros de precipitaciones). «En los 90 el agua descendió fuertemente por la sequía, y muchas zonas no han vuelto a alcanzar los niveles de entonces, siquiera en los años de lluvia buena», lamenta Juanjo Carmona, de WWF. «Esto confirma que el sistema no funciona o hay que aplicarlo mejor».

En el punto de mira está la gestión del agua y la compatibilización de la actividad humana con la protección del parque. Ya no tanto la destinada a consumo como la de uso agrícola, que han hecho que Doñana sea el segundo parque nacional más dinámico de España en cuanto al cambio de uso de suelo.

LOS CULTIVOS / Al norte del parque se cultivan 11.200 hectáreas de frutos rojos y cítricos, principal motor económico de la zona y medio de subsistencia de una zona muy lastrada por el paro. En el 2014, la Junta de Andalucía aprobó un plan de regulación de la zona de regadíos que declaró irregular el 15% de esa superficie, dado que eran monte público, corredores ecológicos o zonas sin continuidad en el riego y que, con la vista gorda de los ayuntamientos, habían sido ocupados por los regantes.

Unos cultivos que se regaban, todos sin excepción, con el agua que nutre al parque, ya fuera de pozos legales o del millar de pozos ilegales que han podido contabilizar los grupos de ecologistas.

Las administraciones aseguran haber cerrado ya 300 pozos, y mantienen el trasvase como la solución «imprescindible», al tiempo que los regantes implantan medidas de ahorro y racionalización del agua. El consejero andaluz de Medio Ambiente ha minimizado los temores de los conservacionistas asegurando que tras las últimas lluvias las previsiones son positivas. Y ponía como ejemplo que la ultima invernada de aves ha sido la más alta en los últimos 15 años, con 644.655 ejemplares de 103 especies diferentes. Pero los ecologistas piden más contundencia, como cerrar los cultivos y pozos ilegales, en vez de «parches». «Y mientras llega el trasvase, ¿qué hacemos en Doñana?», lamentan.