La vida de Nadia Nerea no corre ningún peligro, pese a la rara enfermedad que sufre la pequeña. Así de contundente se mostró ayer una forense del Instituto de Medicina Legal de Lérida, en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial por el caso de la menor. De los informes médicos de la niña, alegó la experta, no se desprende que haya un riesgo para la vida de la niña, que sufre tricotiosdistrofia, tal y como argumentaron los padres a la hora de recaudar fondos. La doctora explicó que no existen estudios sobre la esperanza de vida de los pacientes que sufren esta dolencia, que no tiene cura. Con esta testigo se inició ayer la segunda sesión del juicio contra los progenitores de la pequeña, Fernando Blanco y Margarita Garau, que se enfrentan a una pena de seis años de cárcel. La forense descartó, además, que se pueda sacar genes a una menor por la nuca, como había afirmado Blanco, y puntualizó que los tratamientos de modificación genética son experimentales y no se aplicarían nunca a una niña de cinco años. El presidente del tribunal le preguntó: «¿No existe ninguna referencia bibliografica más allá de la ciencia ficción?». «Sí», respondió sin titubear.

La forense detalló al tribunal que en la documentación a la que ha tenido acceso no existe ningún informe de un hospital de Houston. Solo un correo electrónico de una de las doctoras que trataron a la menor a un laboratorio de Francia sobre unos análisis. La facultativa declaró que aparte de dos ingresos hospitalarios para el diagnóstico de la enfermedad y el tratamiento, no existen más pernoctas en centros, solo visitas a urgencias y al ambulatorio por algunas infecciones, como una neumonía u otitis.

A la menor se le diagnosticó que padecía una enfermedad nada más nacer, en el 2005. A los dos meses, ya se concretó que sufría los síntomas de la tricotiodistrofia y microcefalia. La niña tiene alteraciones cutáneas, problemas oftalmológicos, hiperactividad, inteligencia límite y trastornos de desarrollo. Por ello, necesita un cuidado continuo, por las dificultades de movilidad y por el mayor riesgo a contraer infecciones. «Es como tener a un bebé durante más tiempo», dijo la forense.

Un pediatra del Hospital de la Seu d’Urgell relató, por su parte, que un compañero suyo estuvo llamando a centros hospitalarios de Houston para averiguar si realmente existía la terapia genética que el padre de Nadia decía que estaban dando a su hija. «La búsqueda fue exhaustiva y no se encontró nada», afirmó. El mismo facultativo explicó que un vecino quiso poner una hucha en el hospital para recaudar fondos para Nadia y que no se le dejó porque antes querían ver un documentos médico. Esos informes nunca llegaron.