Aunque estaba enfermo de Parkinson y necesitaba ayuda para vestirse, Juan Manuel Walsh, de 80 años, aún tuvo fuerzas para asestar al menos dos puñaladas a su mujer, una de ellas en el corazón, y acabar con la vida de la que había sido su esposa durante más de cinco décadas. Los cinco hijos de la pareja aseguran que los malos tratos eran habituales durante todo el matrimonio sin que la víctima, Josefa Fernández Loza, de 79 años, los denunciara nunca.

El parricidio tuvo lugar sobre las cuatro de la tarde del lunes en el barrio sevillano del Polígono Norte. Los vecinos del bloque de pisos de la calle de Sancho Dávila empezaron a escuchar fuertes gritos que procedían de la vivienda del anciano matrimonio a través del patio interior. La mujer pedía auxilio desde el lavadero, pero la ayuda no llegó a tiempo.

Aunque los vecinos llamaron a la policía, que se personó en el lugar muy pronto, el presunto asesino se negaba a abrir la puerta de la vivienda y a punto estuvieron los agentes de derribarla por la fuerza. En ese momento, sin embargo, una hija de la pareja llegó a la casa y abrió.

En el piso hallaron el cuerpo ya sin vida de Josefa, con dos puñaladas en el tórax. Una de ellas le alcanzó el corazón y fue la que provocó la muerte inmediata. El marido fue detenido y pasará hoy a disposición judicial, tras haber sido interrogado.

LOS VECINOS Una de las vecinas, María, que vivía en el piso de abajo, explicó ayer extrañada cómo un enfermo de Parkinson ha podido ser autor de un asesinato: "A ella le dio un infarto hace poco y como todos los hijos estaban en el hospital el hombre se acostaba vestido y se levantaba con la misma ropa porque nadie podía ayudarle a cambiarse".

A las puertas del Ayuntamiento de Sevilla se concentraron ayer decenas de personas en protesta contra los malos tratos. La manifestación silenciosa se repite todos los martes desde hace varias semanas.