La defensa del dueño de la finca de Totalán (Málaga) en la que el pasado 13 de enero murió el pequeño Julen tras caer por un pozo abierto sin licencia ha dado un nuevo giro al caso. Un informe de parte, basado en la documentación oficial de la Guardia Civil que consta en el sumario, apunta que el niño pudo morir no durante la caída, sino durante «las labores de rescate» a consecuencia de los golpes accidentales producidos con una piqueta de hierro que se introdujo en las primeras horas para sondear y remover la tierra que estaba en el fondo del pozo sobre el cuerpo del niño. Los abogados abren así la puerta a un cambio en la calificación del supuesto delito que pesa sobre David Serrano, que pasaría de homicidio imprudente a uno de lesiones, con penas de menor envergadura. La premisa de la que parten es que si los padres aseguran que le oyeron llorar durante los 30 segundos inmediatos a que fuera engullido por el suelo, «significa que estaba aún con vida» y sobrevivió a la caída. Y apuntan a que una barra de hierro de un metro de longitud y cerca de siete kilos de peso para remover tierra y facilitar la succión «se dejó caer hasta 10 veces en el terreno». En esa piqueta «se localizaron ocho cabellos de raíz pertenecientes al menor».