El 2017 se presenta como un año difícil para el lobo italiano (Canis lupus). Por primera vez desde 1976 -cuando se incluyó en la lista de especies protegidas de Italia-, el Gobierno está considerando hacer batidas «controladas» para reducir la población.

La posibilidad se plantea cuando se han registrado algunos episodios particularmente crueles de ejecuciones de estos animales. La iniciativa remite a un conflicto en alza en los últimos años: el que contrapone la repoblación de la especie con los intereses de los dueños de granjas en zonas donde el lobo se había extinguido. «Algunas empresas cierran por culpa de estos cánidos», dijo el ministro de Medio Ambiente, Gian Luca Galletti.

El lobo italiano, casi desaparecido en los años 60 del siglo pasado -cuando se contaban pocas decenas de ejemplares-, se empezó a proteger en la península italiana en los 70. Gracias a campañas ecologistas se salvó, y hoy existe una población estimada de entre 1.000 y 2.000 ejemplares. Los ganaderos perdieron la costumbre de proteger a los animales del lobo, que prefiera cazar ovejas ante el peligro que conlleva atacar a ciervos o jabalís. Así, la guerra entre cánidos y payeses se ha hecho real. «El año pasado se perdieron 1.200 millones de euros a causa de los lobos», aseguró el presidente regional de la asociación de agricultores Coldiretti de la Toscana, Tulio Marcelli.