--¿Cómo modificó su percepción del derecho a la libertad de expresión el asesinato de su esposo y colega, el periodista Daniel Pearl?

--El derecho a la expresión sigue siendo fundamental, pero lo que puede ponerse en tela de juicio es la calidad de esa expresión. La muerte de Danny me convenció más que nunca de la función crucial que han de cumplir los periodistas en los próximos años. Los periodistas deben prestarle una voz a la gente, particularmente en el mundo musulmán, donde hay tanto temor a expresarse. El hecho de que la expresión sea un derecho la convierte a su vez en una responsabilidad. Hay que reflexionar y tener en cuenta el interés general antes de manifestar una opinión. Es una misión complicada, pero con moderación y objetividad, el periodismo constituye un elemento extremadamente valioso en la situación actual.

--Su esposo fue víctima de un acto de terrorismo; ¿qué lugar cree que ocupa el periodismo en la lucha contra el terrorismo?

--Creo que deben aparecer nuevas formas de periodismo que den lugar también a un cambio de intenciones. Por ejemplo, no me parece que el hecho de publicar primero una noticia sea en sí algo de gran valor. Al contrario, es precisamente ese afán de ganarle a los competidores lo que induce a cometer errores garrafales como el de no cerciorarse de la veracidad de la información antes de difundirla. Incluso en los países desarrollados, nos hace falta educarnos con respecto al Islam. Necesitamos tener independencia. El combate de los periodistas contra los terroristas resulta bastante patente. No callarnos ante su voluntad de amordazarnos. Debemos crear puentes allí donde ellos crean brechas, tener el coraje de cuestionarse uno mismo y reflejar la complejidad del mundo cuando lo reducen a caricaturas y a etiquetas.

--Desde el 11-S, muchos gobiernos han impuesto restricciones a la prensa. ¿Las considera legítimas en el marco de la lucha antiterrorista?

--La libertad de prensa es un pilar de la democracia; cuando se cuestiona el derecho de información de los ciudadanos sobre las acciones de sus gobiernos, se tambalea el principio mismo de la democracia. Basta con ver lo que ocurrió en España. La gente se enfureció porque creyó que el Gobierno intentó ocultar la implicación de los islamistas en los atentados de Madrid por razones electorales. Esta cólera está totalmente justificada. Las restricciones en materia informativa siempre constituyen una manera de mantener a la gente en la ignorancia, y la ignorancia es probablemente la peor manera de combatir el terrorismo.

--¿Cómo describiría la situación de la libertad de prensa en el mundo occidental de hoy? ¿Se trata de un derecho que se defiende de manera equitativa?

--Una vez más, lo que debemos defender y exigir es la calidad de la prensa. Y los lectores son también responsables de esto. En muchos países occidentales, estamos presenciando una merma en la calidad del periodismo y un incremento en el número de publicaciones vistosas, parciales y poco éticas. Lo que hay que defender, por ejemplo, es la frontera entre información y entretenimiento. La libertad de prensa no significa que podamos ignorar la ética y la flexibilidad. Creo que debería existir una convención internacional y transnacional de periodismo que nos permita expresar toda una serie de inquietudes, desde las restricciones a la libertad de prensa hasta los índices de audiencia en la televisión.

--Su trabajo la ha llevado a viajar por todo el mundo. ¿Dónde ha podido constatar los efectos más positivos de la libertad de prensa?

--Lo que he podido observar es el deseo de los periodistas de los países en desarrollo de gozar de libertad y poder mejorar la calidad de su trabajo. Las personas que conocí en lugares como Bangladesh o Cuba conocen el precio de esta empresa. Es esa fe que profesan lo que despertó en mí el deseo de ser periodista. Una fe que sostienen en alto como una antorcha.