Dos mossos que investigaron los abusos sexuales perpetrados por el exprofesor de gimnasia Joaquim Benítez a alumnos de la escuela de los Maristas en el distrito barcelonés de Sants-Les Corts explicaron ayer que el centro se resistió a facilitarles información sobre el acusado tras la primera denuncia presentada contra él en el 2011. Dicha denuncia fue interpuesta por la misma orden religiosa ante la queja de unos padres, pero no en el juzgado, sino en la fiscalía de menores, que no tiene potestad para perseguir delitos cometidos por adultos. Al final, la familia del niño decidió no denunciar (es necesario) y el proceso acabó archivado. Además, a pesar de todo, el exeducador no fue despedido, sino que se dio de baja voluntariamente, según reconoció el que era entonces vicario de la orden religiosa, Pere Ferré.

Las declaraciones de los dos agentes y la de Ferré se produjeron en el juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona contra Benítez por presuntamente haber abusado de cuatro alumnos entre los años 2006 y 2011. Antes de iniciarse la vista, los abogados mantuvieron una reunión de casi una hora para debatir la posibilidad de un pacto que pasaría por la confesión del exdocente y la aceptación de una pena de 17 años de cárcel. El procesado no aceptó, pues solo admite haberse propasado con un exalumno y no con los otros tres. Al acabar la sesión, el pederasta confeso pidió perdón a las víctimas y aseguró que «había más docentes» implicados.

Las primeras en ser interrogadas fueron las cuatro víctimas del exprofesor, para el que la fiscalía reclama 22 años de cárcel. Fue a puerta cerrada y evitando el contacto visual con el procesado. El exalumno T. B. C. explicó cómo Benítez abusó de él. Según su versión, en una de las clases el exdocente tuvo conocimiento de que padecía una lesión en la espalda y le aconsejó que, como él era masajista titulado, acudiese a su despacho del colegio. Una vez allí, el acusado hizo tumbar al niño en una camilla y comenzó a masajearle, bajando por la espalda hasta los genitales, «que comenzó a tocar con ánimo libidinoso», sostiene la acusación pública. Después, el procesado sentó al niño sobre sus genitales y empezó a moverse como si le penetrase, sin llegar a ello.

TEMOR AL PROFESOR

El muchacho no se resistió por temor a lo que su profesor pudiera hacerle o decir en el colegio. En otra ocasión, Benítez logró que la víctima le masturbara a él. También le besaba en la boca con lengua o le pedía que le penetrara analmente, a lo que T. B. C. accedía «ante la posición dominante» del que era su profesor, relata el fiscal.

Otra de las víctimas, M. G. P., declaró que el exdocente le convenció para que fuera a su despacho para darle un masaje en las piernas. Una vez allí, le hizo estirar en la camilla, empezó a masajearle y le tocó los genitales. En este caso, el procesado hizo una felación al niño y, después, le dio 10 euros, según la acusación. Los otros dos afectados también detallaron cómo Benítez les tocaba o se frotaba los genitales con su trasero.

Los dos mossos que investigaron el caso Maristas sostuvieron que Benítez ha seguido un «patrón» a los largo del tiempo para presuntamente abusar de los que eran sus alumnos, según la veintena de denuncias que en su día recibieron contra el exdocente. Uno de los policías incidió en ese modo de actuar del acusado: «Llevaba al estudiante a un despacho y con el pretexto de corregir una lesión empezaba con tocamientos en los genitales, que proseguía con felaciones. Empezaba con un masaje y acababa en los abusos». Los primeros hechos denunciados se produjeron en 1986 y el último, en el 2011.

El que entonces era vicario de los Maristas, Pere Ferré, aseguró que en el 2011, cuando unos padres comunicaron a la dirección del colegio Sants-Les Corts que Benítez había abusado de su hijo, presentaron la denuncia a la fiscalía de menores, pero admitió que no comunicaron este hecho a la Gebneralitat porque «no tenían la obligación». El ahora «provincial» de la congregación religiosa reconoció que el exprofesor confesó ante la jefa de estudios que «había tenido un momento de debilidad». Sin embargo, no lo despidieron.

«Quedó apartado del colegio hasta nueva orden», subrayó. El exdocente, relató el testigo, firmó días después su baja «voluntaria» en la escuela. La queja de estos padres fue expuesta en el claustro de profesores, pero no al resto de familias. Benítez declarará hoy.