Los agresores sexuales «se han modernizado, se han adaptado a los nuevos tiempos», aseguran los especialistas que rescatan a las víctimas de los efectos perversos de una violación. El objetivo de la agresión sigue siendo el mismo y también las lesiones físicas y psíquicas que causa, pero no el modus operandi, con agresiones mediante el suministro de drogas, suplantaciones de identidad, acoso cibernético…

En cualquier caso, el shock que sufren las víctimas es tan brutal que las especialistas aconsejan presentar la denuncia tras haber descansado para que las imágenes y los hechos no se desdibujen debido a un discurso poco hilvanado provocado por la experiencia traumática. El perfil de mujer agredida es idéntico, pero la dosis de coraje frente a la adversidad se ha transformado: ha roto su silencio, ya no calla. Psicólogas, colectivos feministas, abogadas y médicos analizan los cambios.

La abogada María Luz García, especialista en derecho penal, violencia doméstica y familia, tiene claro que las drogas y el alcohol «influyen porque ayudan a un agresor enfermo a desinhibirse y a no controlar los impulsos, pero estas sustancias tóxicas no son la causa del delito». Asegura que, en su trayectoria profesional, se ha encontrado «a más personas enfermas, que a criminales. Enfermos que por más años que pasen en prisión no se curan». Personas como Gregorio Cano Beltri, el violador de la Verneda, que tras pasar 20 años en la cárcel acaba de salir, aunque los responsables de su tratamiento en Can Brians reconocen que no está rehabilitado y que su grado de reincidencia es importante.

Sobre la vergonzante violación de los cinco miembros de La manada, García reconoce que «los condenados, individualmente y por separado no son agresores, pero sí lo son en grupo porque tratan de demostrar que son poderosos». La violencia sexual con tantos agresores como ha sucedido con La manada no es habitual, pero «no es excepcional que haya más de un agresor en estos delitos», alerta Manel Santillà, presidente de la comisión de violencia interfamiliar y de género del Hospital Clínic, centro de referencia de Barcelona.

El experto confirma «un aumento importante» de las mujeres agredidas. El año pasado atendieron a 302, en el 2016 a 278 y en el 2015, 248. Santillà asegura que se desconoce el porqué de este incremento, pero si hay que buscar una explicación quizá esté en que las mujeres han roto el silencio. «Ya no se callan y se encuentran más arropadas socialmente», explica. «Hace unos años -recuerda- a las mujeres se les culpabilizaba por la agresión», como ha sucedido en La manada.

«Hay mucho camino por recorrer, pero se ha recorrido camino. La prueba de ello son las cifras de mujeres atendidas». La mayoría de las víctimas, el 75%, son muy jóvenes, entre 18 y los 30 años. El 54% tiene de 18 a 25 años y el 20%, de 26 a 30 años.

Este médico revive en qué estado llegan las víctimas a las urgencias del hospital donde les realizan el primer control, siempre acompañadas por tres especialistas médicos (psiquiatras, ginecólogos e infecciólogos). «Lo primero que llama la atención es el dolor que reflejan las caras, el sufrimiento. Llegan en situación de shock, en muy mal estado, con ansiedad y angustia». Posteriormente «les suceden muchas cosas», concreta. La mayoría no requiere ingreso, y tras permanecer en el centro unas tres horas se van a casa «siempre con tratamiento».