Alumnos y profesores de un instituto, asociaciones de vecinos, un grupo de teatro, una cadena de hoteles, famosos, parroquias y decenas de ciudadanos anónimos se creyeron las palabras de Fernando Blancode que la vida de su hija, Nadia Nerea, corría peligro por la enfermedad rara que padecía, la tricotridiostrofia. Esa gravedad no era tal, y tampoco existían los costosos tratamientos que aparentemente necesitaba la pequeña. Con esa argucia, potenciada por sus apariciones en medios de comunicación y platós de televisión, este hombre logró recaudar miles de euros y consiguió hacer de las donaciones «su modo de vida».

Este martes, él y su mujer, Margarita Garau, se sientan en el banquillo de los acusados en la Audiencia de Lérida por un presunto delito continuado de estafa tras haberse apoderado de 1,1 millones de euros. Fuentes jurídicas han asegurado a EL PERIÓDICO que el abogado de la madre ha negociado un acuerdo para reducir la petición de pena de seis años de prisión y multa que la fiscalía reclama para los dos progenitores y así evitar el juicio. Según las mismas fuentes, Fernando Blanco, que está en prisión, lo ha rechazado.

Nadia vive en la actualidad con una tía materna en Binissalem (Baleares), municipio al que se trasladó en el 2016 cuando el juzgado dictó prisión provisional para su padre y libertad con cargos para su madre. La mujer perdió la custodia y solo puede ver a la niña los sábados y los domingos, sin poder pernoctar con ella. Se traslada a Binissalem desde una localidad cercana, donde reside.

El fiscal sostiene que los padres crearon la asociación con el «ánimo de obtener un lucro patrimonial ilícito» a partir de la situación de la menor. Según la acusación, nada más que «una excusa para recaudar fondos para su propio consumo y ocio».