«Es un buen pescador, muy obcecado, de los que se obsesionan», explica Lluís Ribas, que dirigió durante 25 años la Sociedad de Pesca Deportiva de Anglés y Comarca (SPEAC), el club en el que Jordi Magentí Gamell, el hombre detenido por el doble crimen del pantano de Susqueda, se inscribió para participar en las competiciones de pesca deportiva de carpas. «Ganó alguna vez»», le reconoce. Magentí pescaba y también cazaba. Para ambas cosas, el pantano de Susqueda, y los bosques que lo rodean, son el lugar indicado.

Magentí siempre había sido un hombre callado, raro. Y después de matar con una escopeta a su mujer, la madre de sus hijos en 1997, los vecinos de Anglès procuraban evitarlo. Ya no tenía amigos en este pueblo. Al salir de la cárcel, intentó regresar a la sociedad de pesca, pero nadie le quería allí. La caza tampoco podía retomarla porque, con sus antecedentes, tenía prohibido sacarse de nuevo el permiso de armas. Siguió pescando, en solitario. A Jordi los vecinos lo conocían por el apellido, «Magentí». Algunos incluso hacían la rima: «Magentí, assassí». También lo llamaban por el mote que recibe la casa de su familia, Can Cuixa, ubicada en el número 1 del Carrer Nou de Anglés. Esa era la residencia en la que vivía actualmente, junto a su tío, de quien cuidaba.

Magentí había trabajado toda la vida para la empresa textil Antex, del mismo municipio. Después de cumplir 15 años de cárcel por el asesinato de su mujer, en el 2010, la fábrica le facilitó una jubilación anticipada para sacárselo de encima. Desde entonces, cobraba una pensión por invalidez. Durante el juicio con jurado que se celebró en la Audiencia de Gerona se le reconoció un trastorno de la personalidad que funcionó como atenuante de la condena. Sin trabajo, y con pensión de por vida, Magentí tiempo para pescar. Y para viajar.

En su cuenta de Facebook las fotografías empiezan con fecha 2013. En estas ya aparece su mujer actual, de origen colombiano. A este país viajó para conocerla. Se casaron y, junto a una hija de ella fruto de una relación anterior, los tres se instalaron en Anglés. Sin embargo, madre e hija no se quedaron demasiado tiempo. En el pueblo sospechan que ellas aquí conocieron el pasado de Magentí. Se enteraran o no, la relación entre Magentí y la colombiana no se interrumpió. Él siguió viajando a Colombia. En realidad, en el pueblo había dejado dicho que planeaba instalarse definitivamente allí.

El hijo de Magentí, de 26 años de edad, es el otro detenido por este doble crimen. En los bosques que rodean Anglés, las plantaciones clandestinas de marihuana han proliferado en los últimos años. En el pueblo no son pocos los vecinos que sabían que su hijo cultivaba marihuana. Las habían visto crecer en la terraza de su abuela, la madre de Magentí.

Después de que su padre matara a su madre, el hijo no cortó la relación con él. Los vecinos explican que de vez en cuando veían al chico entrar en Can Cuixa. También cuentan que padre e hijo iban a menudo a Susqueda. «Pero no a pescar», añaden. Especulan que por allí habría alguna plantación de marihuana.