Se esté a cargo de una economía hogareña o de un programa espacial, cuando no se anda sobrado de fondos hay que exprimir la imaginación. La Agencia Espacial Federal Rusa lo hizo creando un programa de turismo que se consolida pese a que a muchos les pareció inicialmente una locura. Su último protagonista es Gregory Olsen, un estadounidense de 58 años que en octubre o abril del 2005 viajará en el Soyuz hasta la Estación Espacial Internacional, donde pasará seis días. Se convertirá así en el tercer civil que pisa la estación en órbita tras Dennis Tito y Mark Shuttleworth y será el primero en viajar tras el accidente del Columbia .

Como sus predecesores, Olsen es un multimillonario, parte de la élite que puede pagar 16,5 millones de euros por tan inusuales vacaciones (gestionadas a través de la empresa estadounidense Aventuras Espaciales). Pero Olsen no es un excéntrico y de los tres turistas es el más preparado para tal viaje.

Tras abandonar a instancias de su padre la idea de ser electricista --y pese a suspender trigonometría en el instituto-- se doctoró en ciencia de los materiales. Luego fundó Sensors Unlimited, una empresa que ahora preside y que, entre otras cosas, provee al Ejército de EEUU de aparatos de visión nocturna.

En su viaje, Olsen piensa aplicar sus conocimientos. Entre sus ideas figuran experimentos con una de las cámaras creadas por su empresa y estudiar el crecimiento de unos cristales sin la gravedad que dificulta ese proceso en la tierra. "Mi compañía se beneficiará de este viaje y no hay nada malo en ello", dijo el lunes. Olsen, que la semana próxima empezará el entrenamiento, espera también despertar el interés por la ciencia con programas educativos para niños.

Con el viaje de Olsen, la idea del turismo espacial se consolida. Incluso la NASA, que se opuso al viaje de Tito, parece más dispuesta a considerar la iniciativa, que ahora requiere que los 16 países que operan en la Estación revisen la preparación de los astronautas aficionados. Otra cosa es que la NASA acabe aceptando otra idea de los rusos, que para tener más espacio para turistas ha pedido que los astronautas vivan en la estación 12 meses en lugar de seis. Quizá es demasiado.