El fuego duerme bajo sus cenizas, también la codicia humana. La mayoría de los incendios gallegos son intencionados y en los últimos años las autoridades bajaron la guardia. Se descuidó vigilancia y medios. Los pinos quemados se saldan, pero su madera puede aprovecharse. Ahora arden zonas limítrofes con el Ribeiro. Donde hoy hay bosques mañana pueden plantarse cepas. Es más rentable. Faltan recursos antiincendios, sobra avaricia. Como siempre.

*Periodista.