El actor Daniel Radcliffe, el antiguo Harry Potter de cine, adepto del desafío en la etapa adulta de su carrera, es un ángel de categoría rasa en Miracle workers, comedia de Simon Rich sobre los engranajes del cielo, donde el desastroso Dios encarnado por Steve Buscemi parece haber tirado la toalla. Tan solo un enamoramiento urdido desde más allá de las nubes podría salvar la Tierra. TNT emite la serie todos los viernes, a las 22.00 horas. Aunque también está disponible bajo demanda.

-¿Cómo acabó atendiendo oraciones en el Cielo de Miracle workers?

-La serie se basa en un libro, What in God’s name [inédito en España], que leí hace cuatro o cinco años y me encantó. Hacer reír a carcajada limpia me parece un arte difícil, y esta novela de Simon Rich me hizo saltar las lágrimas. Tuve una reunión con él para decirle que esto debía ser algo, lo que fuera, una serie o una obra radiofónica, y que si acababa siendo algo, lo que fuera, yo quería estar ahí. Un año después, estábamos preparando la serie.

-¿Quizá gracias, en parte, a que usted dio la cara por ella?

-Me siento orgulloso de haber contribuido a que esta serie se hiciera realidad. Simon tiene un estilo muy personal como escritor. Más gente debería seguirle. Su comedia es oscura sin ser mezquina.

-Miracle workers podría atraer a fans de The good place. ¿A usted suelen gustarle las comedias sobre el cielo?

-Todavía no he visto The good place, pero creo que la religión es, en general, un buen tema para la comedia; da pie a crear muchos personajes interesantes. Además, el cielo sigue siendo una idea muy abierta, todo el mundo lo observa de una manera distinta… Eso realmente da mucha libertad.

-¿Diría que la religión es el tema principal de esta serie?

-Quizá incluso más, el mundo del trabajo. La propuesta que se presentó era, en términos muy simples, «una comedia laboral situada en el cielo». En la que veríamos el cielo como una empresa, una empresa de la que Dios sería el CEO. Si hacemos sátira de algo, no es precisamente de la religión, sino de las corporaciones.

-Desde hace una década, parece bastante interesado en los papeles poco cómodos y los proyectos chiflados. Por supuesto, la película Swiss army man, en la que hacía de cadáver flatulento, podría ser el epítome de esta búsqueda constante del delirio.

-Es cierto y no sé muy bien por qué lo hago. Simplemente, persigo las ideas chulas. Para mí es un lujo tener la libertad de elegir lo que más me apetece hacer en cada momento.

-¿Le llegan todavía muchas ofertas demasiado predecibles, es decir, cercanas a la saga cinematográfica Harry Potter?

-Por suerte ahora ya no me ofrecen hacer de mago. Si llegara el día, mi respuesta sería: «¡No!». Puedes hacer muchísimas cosas diferentes para capturar la imaginación de la gente. Yo quiero participar en las historias más raras y ambiciosas.

-Su química cómica con la actriz Geraldine Viswanathan, que en la serie se mete en la piel del ángel Eliza, es imparable y arrebatador. ¿Surgió de forma espontánea o se trabajó?

-Surgió de una manera espontánea, pero no solo entre ella y yo, sino entre todos los miembros del reparto de la serie. Enseguida encontramos un flow natural, divertido, algo memo… Fue estar trabajando dos días con el reparto y pensar: «La química es esto».

-¿Cómo es trabajar con Dios? Y cuando digo Dios, me estoy refiriendo, claro, al actor que lo interpreta en Miracle workers, Steve Buscemi.

-Steve Buscemi es una de esas personas que nunca defraudan. ¿Sabe cuando se dice «mejor no conocer a los ídolos»? Yo, en cambio, agradezco haberme cruzado en mi vida con este. Es un profesional consumado y, mejor aún, una persona adorable. Ha estado muy bien trabajar con él.

-No sé si ya están pensando en una segunda temporada para la serie. ¿Cree que esta idea podría hacerse realidad?

-Sí... y no. De hacerse, yo creo que no se situaría ya en el cielo. Haríamos algo un poco al estilo de lo que hizo la serie American horror story, que mantuvo a los mismos actores pero cambió toda la trama.