No son buenos tiempos para la afección política. Pero resulta curioso comprobar que la tan manida desafección ciudadana que todos los partidos llaman a combatir no se vea contrarrestada con un mínimo interés del resto de las instituciones. Poca afluencia, gélido ambiente en la sala, que ni siquiera se llenó de invitados a asistir al debate que toma el pulso a la ciudad, el termómetro que mide la esperanza o los deseos de escuchar que una solución es posible. Pero claro, ni siquiera los grupos municipales fueron capaces de llenar las butacas que, en función del número de concejales que tienen, pueden ocupar. Día de pleno en las Cortes, que permitió acercarse a unos pero excusó a otros, y una triste respuesta a lo que iba a ser la despedida oficial del alcalde, Juan Alberto Belloch, de la arena electoral.

Doce años de gestión bien merecían contar con el Justicia de Aragón o el presidente de las Cortes, o quizá la presidenta Luisa Fernanda Rudi, o al menos el líder de los socialistas aragoneses, Javier Lambán, que solo apareció por la tarde para escuchar los 30 minutos de Carlos Pérez Anadón en su primera intervención y ni siquiera se quedó al resto del debate. ¿A quién le interesa el estado de Zaragoza? Solo importará cuando mayo se acerque. O tienen mucha confianza en sus candidatos o les da igual. Quizá así alguien se plantee algún día que puede que ese privilegio de tener un asiento reservado en el lugar donde se analiza el estado de la ciudad le corresponde más al que lleva la papeleta a las urnas que quien solo puede entrar con invitación previa.

Solo el portavoz de Chunta, Juan Martín, se atrevió a denunciar el "sectarismo político" de las instituciones aragonesas. Señalando a Rudi por haber estado cuando Manuel Pizarro fue distinguido en las pasadas fiestas del Pilar por ese mismo ayuntamiento y "hoy ni se ha dignado a venir", o por el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, que solo acudió por la tarde obviando lo que el alcalde dijo por la mañana. Igual el presidente de la Diputación Provincial, Luis María Beamonte.

Puede que el (des)interés de la ciudadanía en la actividad de las instituciones se refleje en los asientos vacíos que ayer jalonaron el salón de plenos. Tampoco estuvo una habitual en esta cita municipal, Mari Cruz Soriano, esposa del alcalde, Pero es que, además, su discurso lo presenciaron muy pocas asociaciones de vecinos, casi ningún representante del tejido empresarial (el presidente de la Cámara de Comercio, Manuel Teruel, sí estuvo por la tarde), de los sindicatos solo estuvo Daniel Alastuey, secretario general de UGT Aragón.

Entre los representantes políticos, al menos se acercó el consejero de Política Territorial e Interior de la DGA, Antonio Suárez, arropando a Eloy Suárez, igual Octavio López. O el diputado por La Izquierda de Aragón en el Congreso, Álvaro Sanz, el alcaldable del PAR y aún presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Xavier de Pedro, y Ángela Labordeta y Bizén Fuster como máximos exponentes de CHA. Quizá a Martín tampoco le dolía reconocer que echaba de menos a su líder en las Cortes, José Luis Soro. ¿Importa Zaragoza?