Agentes del Cuerpo Nacional de Policía detuvieron a primera hora de la tarde de ayer en Madrid, 60 horas después del atentado, a tres marroquís y dos indios presuntamente relacionados con la matanza del jueves. El ministro del Interior, Angel Acebes, salió a las ocho de la tarde a informar de que los detenidos estaban relacionados con la falsificación y venta de la tarjeta del teléfono móvil encontrado en la mochila con explosivo que no estalló ni fue detonada por la policía el 11-M.

El Gobierno de Marruecos facilitó poco después las identidades de los tres marroquís. Se trata de Jamal Zougam (Tánger, 1973), que ya había sido investigado por la justicia española por su relación con Al Qaeda; Mohamed Bekkali (Tetuán, 1972), mecánico; y Mohamed Chaoui (Tánger, 1969), albañil.

Pese a los sólidos indicios de que la masacre fue perpetrada por un grupo islamista, el ministro se resistió en todo momento a reconocerlo oficialmente. Por el contrario, afirmó: "No debemos descartar a ETA". A la pregunta de si los detenidos estaban relacionados con los autores del grupo salafista que cometió la matanza de Casablanca en la Casa de España, Acebes, que ya contaba con esa información, contestó que "alguno podía tener relación con grupos marroquís, pero es bueno que esperemos".

La investigación de la tarjeta del móvil encontrado en la mochila que iba en el tren atacado en la estación del Pozo del Tío Raimundo y que no llegó a estallar, fue la clave de las detenciones. Los terroristas utilizaron una tarjeta falsificada parecida a las empleadas por Al Qaeda y que aparecen en el sumario contra la célula de ese grupo detenida en España. En ese proceso se explica que una de las funciones de los miembros de esas células islámicas es falsificar tarjetas telefónicas y de crédito para autofinanciarse, hacer llamadas sin gasto y eludir cualquier control.

RESISTENCIA DEL GOBIERNO A pesar de los indicios abrumadores puestos por la policía a disposición del juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, el Gobierno se resistió hasta el último momento a admitir otra autoría que no fuera ETA. La actuación policial acabó saltando a varios medios de información y al PSOE y el ministro del Interior tuvo que informar de las detenciones. Pero, incluso en su primera comparecencia de ayer, a las 13,30 horas, cuando la operación policial contra el grupo islamista estaba en marcha, Acebes mantuvo que "la línea prioritaria seguía siendo ETA" y no descartó que existiera alguna conexión entre la banda etarra y los grupos islamistas.

Interior se reservó las identidades de los detenidos. Acebes se limitó a señalar que tres eran de nacionalidad marroquí y dos indios. Tampoco desveló los lugares donde fueron arrestados. "En varios puntos de la ciudad", dijo. Fuentes policiales señalaron que los marroquís vivían en el barrio madrileño de Lavapiés.

Los detenidos fueron conducidos a la sede de la brigada de información antiterrorista, en el complejo de Canillas, donde la policía seguía trabajando en otros indicios, como las cintas de vídeo de la estación ferroviaria de Alcalá de Henares que registraron las subidas y bajadas de los trenes por parte de los individuos que pusieron las bombas.

Los agentes registraron varios inmuebles que pudieron ser utilizados por los autores de los atentados así como los domicilios de los detenidos. Se incautaron de material y documentación. A la hora de cerrar esta edición no se descartaban más detenciones en Madrid y ya se habían transmitido datos a las policías francesa, argelina, marroquí y egipcia.

La policía también interrogó durante dos horas a dos ciudadanos españoles de origen indio que quedaron en libertad. Además del teléfono móvil que los terroristas emplearon como temporizador para hacer estallar una de las bombas, los investigadores disponían de otro aparato de las mismas características que hallaron en la furgoneta localizada en Alcalá de Henares (Madrid). La policía concluyó que la cinta magnetofónica con los versículos del Corán había sido adquirida en El Cairo.