Una avalancha de aragoneses acudió ayer a donar sangre como muestra de solidaridad hacia los madrileños. Su gesto sirvió para completar las reservas hematológicas de los centros de referencia del Salud, que todavía siguen en situación de alerta por si la capital española reclamasen su ayuda, cosa que, de momento, no ha ocurrido. Por el contrario, Cruz Roja Aragón sí ha podido colaborar con los afectados con la masacre terrorista enviando a Madrid dos de sus unidades de ayuda psicológica para atender a las familias de las víctimas.

En total, fueron 300 personas las que acudieron a donar sangre a los bancos de los hospitales Clínico Universitario y Miguel Servet de Zaragoza, que incluso se vieron obligados a habilitar personal especial para realizar las extracciones.

En estos centros se formaron continuas colas de aragoneses dispuestos a colaborar, algo que también ocurrió ante la unidad móvil de la Hermandad de Donantes, instalada en la plaza de Roma de Zaragoza, en la que se extrajo sangre a unas 60 personas, veinte veces más que durante el día anterior.

Ante la imposibilidad de atender a más voluntarios, se citó al resto para las próximas semanas, ya que, según anunció el Gobierno de Aragón las necesidades ya están cubiertas, por lo que en la tarde de ayer se pidió que no se hicieran más donaciones hasta nuevo aviso.

La ministra de Sanidad, Ana Pastor, se puso en contacto con la DGA para agradecer su rápida respuesta al Ejecutivo autonómico, que también ha habilitado dos teléfonos para atención a familiares en Madrid (900 200222 y 902 200215).

ATENCION PSICOLOGICA Las dos unidades de atención psicológica enviadas desde las sedes de Cruz Roja en Huesca y Zaragoza llegaron ayer por la tarde al recinto de IFEMA en Madrid, al que se había trasladado a los fallecidos. Provistos de sendos equipos de emergencias, médicos, psicólogos y voluntarios, se centraron en a atender a las familias ante el peligro de "shocks y crisis de ansiedad" que, además, suelen producirse "en una especie de peligroso efecto dominó", según explicaron los responsables de la organización. Estas son dos de las ocho unidades que existen en España. La más antigua es la de Huesca, que se creó para hacer frente a las consecuencias psicológicas que detectaron en los familiares de las víctimas de la catástrofe en la que murieron más de 80 personas en Biescas, en 1996.