Una parte importante del sector hostelero de Zaragoza ha experimentado una subida de tarifas, que oscila entre un 10% y un 15%, coincidiendo con el fuerte tirón de la demanda que se registra con motivo de las fiestas del Pilar.

"No es que los bares y restaurantes estén esperando las fiestas para subir las tarifas, sino que, al igual que ocurre en otros sectores, parte de la hostelería actualiza sus precios de acuerdo a la subida general de la vida", explica José Luis Izuel, responsable de restauración en la organización profesional Horeca, que agrupa a hoteles, restaurantes y cafeterías de la comunidad aragonesa.

"La época idónea para revisar los precios es el Pilar, pues enero es un mes tan castigado por las subidas generalizadas, que los hosteleros no se pueden permitir modificar sus tarifas", sostiene Izuel.

Tradicionalmente, en las fiestas del Pilar los establecimientos hosteleros ofrecen menús especiales a un precio más elevado que el resto del año. Sin embargo, también de forma sistemática, el coste de las bebidas, del tapeo y de las comidas vuelve a su cauce una vez terminada la semana pilarista. Y es precisamente en este doble proceso de aumento y descenso en el que se produce el ajuste de las tarifas del sector hostelero.

EL CENTRO Y LOS BARRIOS En opinión del responsable de Horeca, todavía es pronto para hacer un balance de cómo han influido las fiestas del Pilar en la marcha de bares y restaurantes, pero puede decirse que se han dado todas las circunstancias que garantizan el éxito: un tiempo agradable incluso para frecuentar las terrazas, un puente de cuatro días y una masiva afluencia de público que ha paliado el habitual éxodo de zaragozanos.

"La subida de los precios de hostelería es desigual y no todos los establecimientos la aplican", afirma, por su parte, Angel Díaz Irisarri, responsable de la Asociación de Cafés y Bares, que agrupa a más de 4.000 establecimientos zaragozanos. "Puede que durante el Pilar se den aumentos puntuales, pero luego las aguas vuelven a su cauce porque los profesionales del sector lo que quieren es mantener su clientela".

En líneas generales, los aumentos de precios se registran en los negocios hosteleros situados en el centro, que son los que reciben la avalancha de visitantes, según Jorge Bernués, gerente de la Asociación de Cafés y Bares. "En los bares de los distintos barrios de Zaragoza no se da el mismo fenómeno y se guían por otros criterios a la hora de modificar sus tarifas", precisa.

Para Angel Díaz, la subida de las bebidas y las tapas "está justificada por las especiales circunstancias que se dan en el Pilar en algunas zonas de Zaragoza". "Son días --explica-- en que hay mucho trabajo y los hosteleros tienen que reforzar sus plantillas contratando más camareros y personal de cocina".

Además, añade, "el mismo barullo hace que algunos clientes se vayan sin pagar y que se produzcan robos y roturas tanto de la vajilla como del mobiliario".

Jorge Bernués apunta que "los precios que se cobran en el Pilar están debidamente legalizados, pues en las listas que sella nuestra organización figuran siempre cantidades superiores a las que realmente se cobran, con el objeto de poder hacer oscilar los precios en función de la demanda".

Octubre es el mejor mes para la hostelería aragonesa, un sector de la actividad que agrupa en la actualidad a 4.800 establecimientos y que incluye desde los típicos bares de toda la vida a las cafeterías de lujo, pasando por las tabernas, los pubs e incluso las chocolaterías, que también pueden servir bebidas alcohólicas.

Tras el boom hostelero del Pilar, los precios de bares, restaurantes y discobares "tenderán a descender", en opinión de las fuentes del sector consultadas. "La hostelería entra ahora en un proceso de hibernación hasta la Navidad y noviembre es un mes particularmente duro en el que se registra un descenso más que notable de los ingresos", reconoce Angel Díaz.

El excesivo número de negocios y el carácter estacionario de la hostelería zaragozana tiene como consecuencia que cada año se registren numerosos cierres, traspasos y cambios de dirección. Por ello, para muchos bares, las fiestas del Pilar constituyen un auténtico balón de oxígeno.