Las facultades de Económicas y Empresariales han enseñado a quienes dirigen negocios o aconsejan sus acciones a aislar unas variables y prescindir de otras para analizar las decisiones que, sobre el papel, pueden beneficiar a las empresas que les pagan por ello.

Sabine Simeone-Aissaoui, como responsable de las fábricas productivas europeas; Carlos Guembe, CEO de Europa Sur; José Manuel Nieto, CEO de Iberia; el señor Schindler y su junta de accionistas han decidido prescindir de los 70 años de beneficios generados por la planta de Zaragoza, de la profesionalidad de su equipo humano, del esfuerzo económico y técnico de las instituciones aragonesas, del amplio tejido industrial relacionado con esta fábrica. Y han aislado una única variable: a las personas que trabajan en Dunaska (Eslovaquia) se les puede pagar un salario inferior al de Zaragoza.

Por este motivo, Manuel Barrera Naranjo, director de SDS (la fábrica de Schindler en Zaragoza) nos reunió el pasado 15 de enero del 2020 para anunciar el despido de toda la plantilla de producción, prescindiendo de 119 personas que sufren, al perder su empleo de un día para otro, un impacto al que ninguna facultad de Económicas o máster de Administración de Empresas le dedica lecciones. En las cuentas de Schindler y sus planes, nuestras jornadas de trabajo y nuestras familias, el tejido industrial y el esfuerzo institucional, la ciudad de Zaragoza y la sociedad aragonesa no valen lo que les aporta a los balances desplazar la producción.

EL TRABAJO DE UNA VIDA

Señora Simeone-Aissaoui, señor Guembe, señor Nieto, señor Schindler, señores y señoras del grupo Schindler sea cual sea su poder de intervención en este proceso, junta de accionistas, personal técnico empresarial, gabinete de comunicación: sus Escuelas de Negocio no les han enseñado que esta es una tierra habituada al expolio histórico de sus recursos, de su fuerza, su potencial y su talento.

Desde Madrid y Barcelona, desde París, Berlín o Washington han venido a buscar nuestra fuerza de trabajo y nuestro patrimonio, la potencia de nuestra imaginación e incluso habilidades que no sabíamos que teníamos, y muchas veces se han llevado todo y más sin apenas esfuerzo.

Pero mientras tanto hemos aprendido que no somos las variables prescindibles de las cuentas de nadie, que nuestros brazos y cerebros, los resultados que se obtienen con nuestro trabajo y las expectativas de futuro que nos labramos, valen mucho más de lo que ningún CEO puede saber sobre el papel. Porque tampoco les explican en sus foros económicos que esta es una tierra obstinada y firme que no duda en la defensa de sus gentes ante la estafa, el abandono o la injusticia.

Por eso, las personas que trabajamos en Schindler Zaragoza no vamos a implorar para que mantengan los puestos de trabajo amenazados, les vamos a convencer. Les vamos a convencer desde las instituciones para que no desarticulen esta importante parte de nuestro tejido industrial y económico, les vamos a convencer en los despachos de que somos más valiosos en nuestros puestos de trabajo que como desempleados y les vamos a convencer en las calles con nuestras familias y vecinas de que los beneficios del cierre de esta planta son muy inferiores a los perjuicios que generan a nosotros como trabajadores, a la estructura social y económica de nuestro entorno y a la propia compañía Schindler.

Y reclamamos a los señores Lambán, Aliaga y Azcón, como responsables políticos, el respaldo de nuestras posiciones en base al histórico apoyo prestado a Schindler en sus proyectos empresariales. A nuestros vecinos y vecinas; a las organizaciones sociales, sindicales, políticas y empresariales; a nuestras familias y amigos, y a la sociedad aragonesa en general os pedimos que unais vuestras voces a las nuestras para decir bien alto: ¡Schindler Zaragoza no se cierra!