El puerto de Monrepós ya no es indomable. La ingeniería más avanzada ha culminado los hitos de mayor envergadura para que la carretera N-330 estrenada en 1993 encare en los próximos meses la recta final para convertirse definitivamente en una vía de alta capacidad. Ayer los coches y camiones ya atravesaban los tres nuevos túneles finalizados, inaugurados minutos antes de las 11.00 horas, incluidos en los últimos tramos abiertos a medio gas, y todavía inacabados de la Autovía Mudéjar (A-23). Pero ponía el broche a un desafío iniciado hace 25 años cuando este trazado era una utopía. Hoy es una realidad, o al menos el Ministerio de Fomento la ve más cerca.

A falta de las últimas actuaciones por realizar, el trayecto entre Lanave y Nueno se ha reducido considerablemente. Cruzar el puerto que separa el Pirineo de la capital altoaragonesa hoy se puede hacer en menos de 25 minutos. En 1993, ese recorrido era de más de 45 (si había atascos, como los habituales en domingo por la tarde, podría ser de más de dos horas). Y aunque queda por terminar el tramo Lanave-Caldearenas en dirección a Huesca -sobre todo con el entronque definitivo con el finalizado viaducto de Fontanal-, así como el subtramo Arguís-Congosto de Isuela, en ese mismo sentido de circulación, los conductores y los responsables de la Demarcación de Carreteras en Aragón ya ven el final del túnel para esta obra faraónica. Y no solo por estrenar el tercer túnel más largo de Aragón, con 2.997 metros de longitud, solo superado por el de Somport y el de Bielsa -si se restan los metros en territorio francés, el de la A-23 sería el segundo-, sino por dejar esta autovía a solo 9 kilómetros de Sabiñánigo, donde aún esperan, como en Jaca, la finalización de su variante.

Serían dos tramos que ni siquiera están en concurso público, y de los que solo se sabe que se dividiría en dos tramos, el de Lanave-Embalse de Jarrabella y el que conecte a este con la circunvalación de Sabiñánigo. Pero esta parte ya se considera una infraestructura posterior a la doma de un macizo que ha llenado de duros e inesperados sobresaltos a quienes han dirigido la obra. No es de extrañar que uno de sus responsables, el jefe de la Demarcación de Carreteras en Aragón, Rafael López Guarga, que ayer presidía el estreno oficial de los tres últimos túneles de esta obra (tiene 8 en total y 12 viaductos en un trazado de 55 kilómetros (27,5 por sentido). La proximidad de las elecciones ha hecho justicia esta vez con quienes realmente ostentan el mérito de llevar a cabo su ejecución. Los políticos, por la ley electoral ante la cita del 28-A, no podían asistir al paso de los primeros miles de usuarios de estas tres nuevas infraestructuras carreteras.

Fomento puede dar por finiquitadas las actuaciones de mayor envergadura para doblegar a este gigante prepirenaico. La apertura de estos tramos, dos entre el Alto de Monrepós y Caldearenas y desde allí a Lanave, y la apertura del túnel a la altura de Arguis, con doble sentido de circulación de manera temporal. Y es que, mientras se abría al tráfico, las máquinas empezaban a levantar el asfalto de la antigua carretera nacional justo al lado de este túnel de 920 metros. Estas obras culminarán la segunda calzada del tramo Arguis-Congosto de Isuela, la que irá en dirección a Huesca, antes de finalizar el próximo verano.

López Guarga reconocía sentirse feliz por este hito, especialmente por ese túnel de Caldearenas de casi tres kilómetros de longitud cuya obra ha dirigido él en primera persona, y que ayer equiparaba a obras del calado de la de Despeñaperros. Estos casi 30 kilómetros del paso por Monrepós se inició en el 2007. Han sido doce años de intensa pelea contra la complicada orografía del terreno. Y superar imprevistos como el hundimiento de la calzada de abril del 2018 o los diferentes desprendimientos que han salpicado la ejecución de todos los tramos entre Nueno y Lanave. Ahora son pasado ya y todo podría estar en servicio, «si no surgen dificultades», a finales de año o principios del siguiente.

El 2020 será un año importante para la provincia de Huesca, ya que aparte de aumentar la capacidad de una vía que ya soporta el paso de casi 9.000 vehículos diarios, que se multiplica en los periodos vacacionales. Porque, tal y como confirmó López Guarga, para entonces se prevé que entren en servicio otros dos tramos de autovía, en la A-21 Pamplona-Jaca que ya lucen muy avanzadas. Se trata de los 9 kilómetros que unirán por autovía Jaca con Santa Cilia, que se prevén estrenar a finales del próximo verano (en septiembre), y el siguiente, hasta Puente la Reina, de 7,2, que se culminará a finales de este año o principios del próximo. Faltarían solo los 11,63 que restan hasta el límite provincial, hasta unirse con la parte navarra, ya finalizada. Y terminar el tramo Tiermas-Sigüés, de 6,6 kilómetros, ya en obras y que no se pondrá en servicio hasta el 2021.

En el lado este de la provincia, el tramo Huesca-Siétamo, de 12,8 kilómetros y ya en obras desde el pasado mes de agosto, es el último por ejecutar de la A-22 entre Huesca y Lérida. Y acometer la mejora de la N-260 entre Campo y Congosto de Ventamillo saldaría la deuda histórica que Fomento mantiene con la provincia altoaragonesa. Pero aún tardará años en zanjarse.

Mientras llega ese momento, los usuarios al menos pueden disfrutar de un trayecto más seguro y cómo por el Monrepós, que desde ayer cuesta unos siete minutos menos recorrer en dirección a Jaca. Y sigue bajando.