Manuel G., de 41 años, está habituado a trabajar en las alturas. Encofrador de profesión, su especialidad laboral son las estructuras metálicas que, debidamente recubiertas de hormigón, sostienen puentes, viaductos, presas y centrales térmicas.

"Llevo más de veinte años trabajando en la construcción y he visto morir a varios compañeros en accidentes de trabajo", afirma.

"Ahora --sostiene Manuel-- hay menos siniestros que cuando yo empecé a trabajar, pero aun así, pese a los avances en la técnica y a unos equipos de protección cada vez más perfeccionados, lo cierto es que la tasa de siniestralidad sigue siendo muy elevada".

Para él es normal trabajar a 65 metros de altura, levantando los pilares que sostienen los puentes de las modernas autovías.

"Yo mismo --dice-- he estado tres veces a punto de matarme, de caer al vacío por no llevar un equipo de protección adecuado".

Manuel opina que, "de unos años a esta parte hay mucho más control en la construcción, sobre todo en las obras públicas, donde, cuando menos te lo esperas, aparece una inspección que viene a ver si se cumple la normativa de seguridad".

Para este encofrador, gran parte de la siniestralidad que se registra en las obras se debe a tres causas: el exceso de horas extras, el empleo de subcontratas en numerosos trabajos y "la contratación de inmigrantes que no están debidamente equipados ni poseen conocimientos técnicos suficientes, por no hablar de la barrera del idioma".

"He visto trabajar a gran altura sin arneses ni líneas de vida", denuncia Manuel, que considera que "se reducirían mucho los accidentes si, en vez de andamios colgantes, se usaran de tipo cremallera y perimetrales, que están mucho más avanzados".

El trabajo en fundiciones es arriesgado, pero por diferentes motivos. "No existe el riesgo de caer al vacío --explica Mariano S., de Zaragoza--, pero se trabaja a temperaturas que en verano pueden alcanzar los 55 grados y se manejan materiales y sustancias de alta toxicidad".

Los trabajadores de las fundiciones están expuestos a las quemaduras y, sobre todo, a padecer dolores musculares y problemas de columna por la manipulación manual de objetos pesados.

"Los equipos de protección que llevamos son buenos --reconoce Mariano--, la empresa se preocupa de ese aspecto de nuestro trabajo".

En Casting Ros, una fundición de Utrillas (Teruel), se produjeron el pasado año 74 accidentes que requirieron la baja laboral. En sus diez años de funcionamiento se han registrado dos muertes, dentro de una plantilla de 500 personas.

"No se puede decir que el trabajo que hacemos sea peligroso, pero sí penoso, por el humo y la manipulación de pesos", indica un miembro del personal.

"Aun así --agrega-- las empresas deberían hacer un mayor esfuerzo por incrementar la seguridad de los trabajadores, frente a los accidentes y las enfermedades profesionales, pues los problemas físicos aparecen a la larga, cuando ya es tarde para curarlos".