La Guardia Civil oscense puede presumir de contar entre sus filas con el único español galardonado por la Organización Internacional de Socorro Alpino. Fue en 1995, en Italia, cuando el brigada Miguel Domínguez recibió la placa de plata por ser el especialista en rescates de montaña con más muescas en su piolet. "Pero los premios son siempre colectivos", aclara el agente, aún en activo.

El pasado 1 de julio, este hijo del Cuerpo --de familia de guardias civiles--, que empezó en esto de la montaña a los 18, cumplió 40 años de servicio, y no lleva intención de dejarlo. En este tiempo ha visto cómo la labor se multiplicaba y se transformaba por completo. Y más en los últimos años. "La especialidad no tiene nada que ver ahora con lo que era hace cuarenta años, pero tampoco con lo que era hace 20", resume. "En el 67 podíamos hacer unos 15 rescates al año, ahora rondan los 300 y a veces se acercan a los 400", ilustra.

Uno de los aspectos fundamentales en esta evolución ha sido, lógicamente, la dotación de medios del Cuerpo. "En el 67, y durante unos 10 años, teníamos que llegar a todos los sitios andando, y solo en casos muy graves se llamaba al helicóptero de la Gendarmería francesa para que colaborase". No fue hasta el 79 cuando contarían con un helicóptero, aunque este tenía la base en Madrid, con lo que esto suponía. En 1981 ya se trasladó la base a Huesca, y en la actualidad cuentan con uno en Benasque, con lo que las posibilidades se multiplican.

Pero no ha sido el único cambio. "Los materiales han evolucionado una barbaridad. Antes los mosquetones, los piolets, todo el material, era muy pesado. Ahora los materiales son mucho más ligeros, manejables y seguros", expone. "Y esto se ha unido a la preparación física, el perfil de los especialistas desde hace 20 años ha cambiado por completo. Ya no se nos exige solo estar en forma sino tener conocimienos de escalada, de espelología, del material...".

Estos cambios han llegado en paralelo a la evolución de la sociedad, tal como la recuerda Domínguez cuando era alevín. "Hace 40 años la montaña, como muchos otros entornos, era un entorno de cuatro locos que subían. Pero los negocios turísticos fueron evolucionando y se fue eliminando la falta de información o la mala información respecto a la montaña. Se fueron haciendo más conocidos los consejos de seguridad, que sustituyeron al miedo".

Cambios de uso

Así, la montaña fue cambiando de un entorno hostil a un filón turístico, y al esquí se le añadieron el rafting, el senderismo, el barranquismo o la espeleología. Los beneficios se multiplicaron, y en paralelo, los accidentes y el trabajo de los rescatadores.

Pero Domínguez no se queja. "Nosotros estamos para eso, y nos paga el contribuyente. Nuestra creación dentro de un Cuerpo de seguridad, profesional, como había hecho Francia con la Gendarmería, era un paso natural. Con los voluntarios, el sistema que se empleaba antes, era muy difícil atender una emergencia, porque uno podía estar en la granja y el otro en el trabajo cuando esta se produjera", explica el brigada.

Los resultados, a la vista de la labor y los reconocimientos, están fuera de tota duda. "La Organización Internacional de Socorro Alpino sigue colocándonos en los tres o cuatro primeros puestos del ránking de especialistas todos los años", expone, sin fardar.

Y de medios, como voz de la experiencia, tampoco tiene quejas. "Entiendo que todo es mejorable, y por pedir que no falte", comenta riendo. "Pero siendo sincero la Guardia Civil tiene plantilla suficiente y el material más moderno para los rescates", zanja.