Los niños fueron ayer el testimonio de la tragedia vivida en la capital de España. Alrededor de 20 habían ingresado en diferentes hospitales, entre ellos un bebé de entre 5 y 7 meses. La criatura fue hallada en un anden con signos de haber sido pisoteada por las personas que huían presas del pánico tras las explosiones.

Los servicios sanitarios trasladaron a la criatura al hospital infantil del Niño Jesús, donde quedó ingresado. Nadie sabía la identidad de la niña ni había denunciado su desaparición. Sin embargo, a media tarde, la ministra de Sanidad, Ana Pastor, informaba de que la madre de la bebé había sido hallada en otro centro sanitario, donde había ingresado en estado grave, pero a esas horas ya empezaba a salir de la gravedad.

La Comunidad de Madrid sacó a la calle un total de 110 vehículos especializados en atención sanitaria, 100 ambulancias, 25 uvis móviles, 10 vehículos de intervención rápida y otras tantas unidades de atención domiciliaria. Además, movilizó a todos sus servicios de salud mental para prestar atención psicológica a heridos y familiares.

Traslados con mantas

Los servicios sanitarios improvisaron un hospital de campaña en el polideportivo en obras de Daoíz y Velarde, a apenas 50 metros de donde hizo explosión el cercanías que se dirigía a Atocha. Allí se trasladó un amasijo de restos humanos y fueron atendidas un total de 250 personas en las primeras horas tras la tragedia. "Les trasladamos con mantas, con restos del tren, con puertas, con lo que pudimos", contó un miembro del Samur.

"Llegan temiéndose lo peor, muy desorientados; tratamos de darles calor humano, pedirles datos de sus familiares", declaró la psicóloga Pilar Morales, en el salón de actos del Hospital 12 de Octubre, donde más de un centenar de personas esperaban entre llantos noticias de sus allegados. "Estamos haciendo todo lo que podemos", comentó en urgencias Manuel Paz, especialista en Medicina Externa. Este centro y el Gregorio Marañón acogieron, por su cercanía, unos 300 heridos, incluidos los más graves.

Embarazada muerta

Al Hospital Clínico, el mayor de Madrid, fueron llevados un total de 67 heridos. Algunos gritaban de dolor en las camillas; otros llegaban inconscientes, con quemaduras, fracturas y otras lesiones.

"En 30 años de profesión he visto muchas cosas, pero nunca, nunca lo de hoy. No puedo dar crédito", declaró un cirujano con experiencia en heridas de guerra del Hospital Militar Gómez Ulla, al que fueron heridos con graves lesiones.

Un total de 45 heridos fueron ingresados en el Hospital de la Paz. Entre ellos una mujer embarazada que falleció a primeras horas de la tarde y una joven ecuatoriana, Jenny, herida en la estación de Atocha.

"Esto es lo más horrible que hemos visto en nuestras vidas", aseguraron Miriam y Rocío, dos enfermeras que acudieron a reforzar los servicios del Hospital Ramón y Cajal. En este centro fueron ingresadas 20 personas. El personal sanitario y numerosos pacientes y familiares realizaron una manifestación espontánea silenciosa. El capellán, también médico del centro, rezó un Padrenuestro por las víctimas.

Varios miles de personas formaron largas colas a las 9 de la mañana para donar su sangre en los cuatro lugares de la capital en los que se instalaron unidades móviles. La gerente del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid, Lidia Blanco, pidió a las 13 horas a los donantes que dejasen de acudir porque las necesidades estaban cubiertas.

"Otros no saben más que destruir vidas. Nos hemos acercado para que nuestra sangre sirva para algo", comentaron Jesús Alonso y su madre María, en la unidad instalada en la plaza de Castilla.